El puño de hierro del régimen
El régimen del Borbón y sus banqueros, y el sistema ideológico que lo sustenta, se encuentra firmemente incrustado en las masas expañolas. La labor de despolitización que desarrolló el franquismo en su pretensión de conformar una mayoría silenciosa –las clases medias– identificadas con la proclama de «menos ideología, más renta», ha sido complementado por el proyecto de desnacionalización que la monarquía heredera de aquel ha impuesto implacablemente desde 1978.
Sólo así se explica que la multidimensional crisis en la que Expaña se encuentra y el precipicio hacia el que se encaminan los despojos de la Nación pueda ser negado por la oligarquía reinante ante la audiencia indiferente de la inmensa mayoría de los expañoles; de quienes han renunciado a su potencia ciudadana para conformarse con su condición natural de individuos. Su miedo, su cobardía nos deja a unos pocos clamando en el desierto, advirtiendo de la catástrofe histórica que se otea en el horizonte inmediato y ofreciendo una solución auténtica, la única posible, de reconquista de España.
Sólo así se explica que el discurso ante las próximas elecciones autonómicas y municipales de la monarquía de los banqueros, de su oligarquía y sus burguesías subordinadas y de su clase política irradiado por los altavoces (en televisión, radio, prensa o internet) de su aparato de propaganda sea compartido por la mayoritaria masa de expañoles. Un discurso que gira en torno a una simple idea capital: que sólo la alternancia entre los partidos del régimen es la única solución viable a la crisis existencial actual, que acudir a las urnas el próximo 22 de mayo es el único ejercicio democrático posible.
Sólo así se explica que la traición a la nación y a la democracia de la clase política, y sus privilegios, su nepotismo y su corrupción penal o estética denunciada a la “opinión pública” todos los días vaya a ser refrendada por los sufragios de todos los expañoles y extranjeros cómplices que acudan a las urnas el día 22. Sólo así se explica que los crímenes de lesa patria de quienes acampan en la cúspide de la pirámide social sigan impunes.
El engaño de los que pretenden regenerar España
En esta ciénaga surgen vendedores de humo, engañabobos, que afirman su pretensión de regenerar España mediante la reforma del régimen, comenzando por el retoque de la Constitución que lo vertebra. Entre ellos se cuentan desde excluidos que envidian poder chapotear en el fango de los privilegios de la clase política y arrimarse al poder real –financiero, económico, social…– hasta ingenuos idealistas lastrados por su cobardía que venden a aquellos españoles asustados y preocupados la opción de que la regeneración es todavía posible con reformas del régimen. Son como los cirujanos y los familiares del paciente gangrenado que se niegan a tomar la dura y difícil decisión: que el cuerpo enfermo sólo se salvará amputando los órganos ya irremediablemente perdidos para la vida.
Estos españoles concernidos por el destino y el futuro de la Nación, pero asustados ante las dimensiones de las medidas necesarias para su reconquista y salvación, van a ser votantes del partido de Rosa Díez, de UPyD. No van a ser los únicos, también contará con el sufragio de otros atraídos simplemente por su imagen de regeneración política. Es lo que ha buscado tras su primer congreso, a finales de 2009. Si bien sus éxitos iniciales se basaron en la atracción de una parte del electorado de derechas por su aparente mensaje de defensa de la Nación, en la actualidad se ha abierto a sectores urbanos progresistas y liberales disconformes con la incompetencia de Zapatero y de Rajoy.
Ahora UPyD ya ha abandonado la defensa de la nación española en beneficio de la del Estado. Engaña a quienes le escuchan porque un Estado no es más que una estructura vacía si no se asienta firmemente sobre la Nación, o sea, la comunidad política de ciudadanos libres y semejantes entreverados por su identificación con lo que en siglos pasados fue su patria común. La libertad y la igualdad son valores fundacionales de la Nación y el Estado es el encargado de garantizarlos, de defenderlos y de imponerlos.
El modelo de Estado que propone como solución UPyD es el federal, uno «de intensidad media cooperativo» concretamente, y pone como ejemplo a seguir el alemán. Con esta maniobra escapista, el partido de Rosa Díez vuelve a huir del enfrentamiento político. Porque propone el federalismo como medida regeneradora del modelo autonómico que consagró la Constitución de 1978 y del que se denuncia una única cuestión: que se encuentre abierto, no cerrado en el tema competencial, para mayor beneficio de los nacionalistas antiespañoles en sus permanentes reivindicaciones.
UPyD oculta que no son comparables los procesos históricos alemán y español. En Alemania, el federalismo es el modelo de organización política elegido en su proceso de unificación nacional. Ese federalismo es unificador y creador de la Nación. Lo mismo puede decirse para otros ejemplos federales como el estadounidense o el suizo. En España ocurre al revés, que el federalismo ha sido históricamente un modelo de destrucción de la Nación. Su recurso al federalismo no es más que su propia “propuesta de consenso” a quienes jamás van a aceptar un federalismo que no sea asimétrico y disfraz de una estructura confederal. En esencia, no propone otra cosa que denominar Estado federal al Estado autonómico.
De cara a las elecciones de mayo, la ambición de Rosa Díez se limita a «condicionar la política» del PPSOE, o bien mediante pactos postelectorales a cambio del voto de sus representantes, o bien replicando la influencia que los partidos verdes europeos tuvieron sobre conservadores y socialdemócratas cuando éstos incorporaron algunas de sus propuestas en sus programas electorales. Para ello, una «exigencia irrenunciable» de UPyD será la modificación de la ley electoral que le otorgue una mayor representatividad en las instituciones y que le conceda el título de bisagra real en detrimento de los nacionalistas antiespañoles.
No se trata de advertir sobre lo penoso que aparece un partido regeneracionista que aspira a esa regeneración desde una potencia política casi insignificante, sino de responder a esta pregunta: ¿por qué la misma clase política responsable de esta situación –y al mismo tiempo su máxima beneficiada– iba a tirar piedras sobre su tejado asumiendo sus propuestas de reforma institucional? Creer que esto es posible es creer que a la clase política del régimen –el PPSOE, CiU y PNV– les mueve la representación y defensa de los intereses de la ciudadanía. Es cerrar los ojos ante la evidencia de que no son más que el frente político del régimen, interesados exclusivamente en la preservación de sus privilegios frente a las exigencias de la ciudadanía. Pero ¿es que alguien se cree que una sola propuesta de regeneración de UPyD, el rescate de la competencia educativa de las autonomías, es posible sino es desde una sólida e incontestable hegemonía cívica?
La opción de UPyD es especialmente dañina para la Nación. Y no sólo porque proporcione la coartada que tranquilice a los pasajeros de este transatlántico a la deriva votando una opción regeneracionista, o porque acabe por desilusionar a otros pasajeros más cándidos que lo fían todo al éxito de los embelecos de Rosa Díez. Es especialmente dañina por su carácter de apéndice orgánico del mismo régimen culpable de la paulatina desaparición de la nación española.
El regeneracionismo es una vía muerta; más en las condiciones actuales de hegemonía del bloque monárquico. El Partido Nacional Republicano es realista y advierte la distribución actual de fuerzas. Sabe que las dolorosas transformaciones que permitan la supervivencia de España no son posibles desde dentro del régimen. Por eso denuncia cualquier reformismo de la monarquía juancarlista como forma de regenerar nada. Y propone a todos los españoles que quieren seguir siéndolo una actitud valiente, la aceptación de la dura realidad y un compromiso vital con ninguna otra cosa más que la reconquista de España.
¡El reformismo del régimen juancarlista es una traición a la Nación!
¡Frente al regeneracionismo de España, su reconquista!