Ante las próximas elecciones europeas, el Partido Nacional Republicano propone el voto en blanco como rechazo activo a la monarquía juancarlista de los banqueros y a todas sus facciones políticas y a la declinante Unión Europea (UE)  en que se arropan.

La UE es Eurolandia: un bloque sub-imperialista amalgamado en torno al Banco Central Europeo y el Euro, clones del Bundesbank y el marco alemanes, que aspira a competir con el imperialismo norteamericano, a la par que le rinde vasallaje militar. Alemania es el astro rey de la constelación de estrellitas europeas, entre las que destella, en su último fulgor, la burbujeante y glamurosa Francia de Bruni y Sarkozy.

Eurolandia ha apoyado y encubierto la inexistencia de democracia real en nuestro país. Ha contribuido al encumbramiento del régimen borbónico y de la partitocracia corrupta que sufrimos y, cuando se ha hecho preciso, ha prestado tribuna a los terroristas separatistas de Vascongadas. Asiste, ahora, complacida al descoyuntamiento confederal de España mediante el Estatuto de Cataluña impulsado por Zapatero y la “realidad nacional andaluza” apoyada por el PP, a las que seguirán las demás “nacionalidades históricas” de la monarquía de Juan Carlos I.

A cambio, el régimen juancarlista se ha avenido a la anulación de nuestra soberanía monetaria mediante el euro y a una “división europea del trabajo” que ha perseguido el hundimiento, subvencionado, de nuestra agricultura, ganadería y pesca y el desmantelamiento final de nuestra industria.

El Banco Central Europeo ha prestado enormes sumas a las Entidades de Crédito españolas para que éstas financiasen el “modelo productivo” del ladrillo, que ha desembocado en una catástrofe sin precedentes. Hoy se abate sobre nosotros en forma de deflación demoledora y paro masivo y dispara un imparable endeudamiento público abocado al colapso financiero del Estado.

Tanto el PSOE como el PP confían en que al final seremos salvados del naufragio por Eurolandia. Entretanto, se dan la mano para rescatar con dinero público a los bancos y cajas y grandes capitalistas del ladrillo. A la vez, el PSOE otorga financiación a chorros a sus soportes políticos básicos: los grandes sindicatos, las autonomías que aportan mayores bolsas de voto zapaterino (Cataluña y Andalucía), los artistas de la zeja… Y legaliza, a través del Tribunal Constitucional, a una nueva franquicia electoral de ETA, preparando un relanzamiento del “proceso de pazzz”. El PP, por su parte, espera que la crisis desgaste al PSOE, mientras oculta su verdadero programa de recuperación económica a base de despido libre y privatización de servicios. Y la Sra. Diez nos endilga charlatanescos llamamientos al parcheo del régimen y ensalza las maravillas de la UE, de cuyas mamandurrias burocráticas gozó durante un tiempo. Todos ellos compiten en la liza electoral europea para inferir resultados en clave exclusivamente interna. Al margen de esto, en Estrasburgo no se va a decidir nada, salvo las euro-dietas y otras bicocas pan-europeas para los ilustres jubilados de la partitocracia.

Nuestra economía se va al garete. Pero no esperemos nada gratis. Cualquier rescate por parte del Banco Central Europeo –o del Fondo Monetario Internacional- exigirá que sus cabos de varas borbónicos, el PSOE y el PP, ejecuten draconianas políticas restrictivas del gasto público y drásticas reducciones de salarios y de costes laborales y sociales. Se prolongará así la depresión, que arrojará a la pauperización a grandes sectores de trabajadores.

Por todo ello, rechacemos a quienes han destrozado y arruinado España presentando a Eurolandia como panacea de nuestros problemas. Los españoles, bajo el juancarlismo y sus autonomías y con la UE, nos hemos quedado sin Estado nacional y, por tanto, sin posibilidad alguna de defensa. Nuestra única salida es defenestrar mediante una rebelión nacional la monarquía juancarlista e instaurar una República española que suprima las taifas autonómicas, que no retroceda ante el poder del Capital y que rompa con todas las disciplinas euro-monetaristas. Una República que se sume a los esfuerzos de otros países en el combate por una Europa democrática, socialmente avanzada, articulada mediante fórmulas confederales.

¡No a los euro-timadores!
¡Voto en blanco el  7-J!