Al PSOE le ha dolido la llegada de Vox al parlamento autonómico andaluz porque le puede echar de su cortijo. A Podemos porque le obliga a compartir el monopolio del populismo juancarfelipista. El de Vox es un populismo de derechas pero, como el de Podemos, un populismo que nace dentro del régimen vigente, el de la constitución borbónica del 78, para encauzar la indignación de los españoles y que su ira no se desboque poniéndolo en peligro.
La ferocidad en su denuncia como ultraderecha, extrema derecha, fascismo, racismo, machismo... no es sincera. No es más que una táctica electoralista que busca reducir el impacto que Vox tendrá en próximas elecciones. Se trata de agitar un reclamo sencillote aunque falso que se convierta en la línea roja apocalíptica que movilice a su grey de mentes simples en esas proximas elecciones. Para que vuelvan a votar a las candidaturas electorales de la izquierda del régimen: PSOE y Podemos-IU.
No hay más porque cualquiera que sepa leer y se mantenga ajeno a la contaminación mediática llegará a la conclusión de que Vox es una opción electoral de las clases medias liberales de derechas, cristiana conservadora en lo moral, neoliberal en lo económico y reformista, en sentido centralista, en lo político. Ni siquiera las más graves acusaciones de anti-inmigración se sostienen ya que Vox propone aplicar la ley existente y expulsar a los inmigrantes ilegales. O sustituir la ley de violencia de género por una que no viole el principio de igualdad ante la ley sin importar su sexo. Las acusaciones de inconstitucionales o anticonstitucionales por parte de un gobierno investido con el apoyo parlamentario de los posterroristas separatistas y golpistas antiespañoles mueven a risa. El reformismo de Vox equivale al federal del PSOE, al confederal de Podemos-IU y al políticamente correcto del PP y C's en sus propósitos: ofrecer una salidad gatopardista al laberinto en que quedó encerrada nuestra Nación por esa constitución hace 40 años.
Vox se ofrece como un espejismo a millones de españoles que viven como un desgarro existencial la crisis y decadencia que asolan a nuestra Nación. Han creído ver en Santiago Abascal, ese político profesional que militó toda su vida adulta en el PP, una solución al escarnio diario al que nos someten los separatistas antiespañoles, las mafias inmigracionistas y su tráfico de carne humana, la clase política mutada en casta cipaya vendida a gobiernos y organismos extranjeros... A la falta de futuro de los hijos y el penoso presente de los padres. Pero eso no es posible sin derribar los cimientos del rėgimen del Borbón, de la monarquía de los banqueros.