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No al escudo antimisiles
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El reinito de Expaña, si en lo político-económico es un estado vasallo de Eurolandia, en el terreno diplomático-militar es un estado escudero de los Estados Unidos de América. La presencia de bases estadounidenses sobre nuestro territorio soberano y nuestra participación en la OTAN convierten al régimen juancarlista en cómplice de todas las matanzas imperialistas promovidas por los USA contra países, normalmente, tercermundistas: tierra, mar y aire españoles sirven de portaviones y base logística para el acarreamiento de bombas, el reavituallamiento de combustible y mantenimiento de las naves y aeronaves norteamericanas en ruta hacia sus objetivos sangrientos. Nuestro espacio aéreo ha servido para el tránsito de los siniestros vuelos de la CIA y el ejecutivo de Zapatero ha ofrecido a Obama sus servicios como carcelero de los presos de Guantánamo.

Nuestras fuerzas armadas son enviadas por el juancarlismo a lejanos destinos como tropas auxiliares de las guerras de rapiña y conflictos suscitados por otros, bajo el pretexto de cumplir con misiones humanitarias. La eficacia y profesionalidad de nuestras tropas es puesta a disposición de las operaciones militares y de los contingentes de ocupación de las coaliciones lideradas por Estados Unidos o potencias de segundo orden como Francia y Gran Bretaña, en el caso de Libia. Y a menudo, nuestros soldados rinden sus vidas en aras de esos intereses ajenos a España.

El gobierno del PSOE ha anunciado la integración de España en el escudo antimisiles yanqui y el ofrecimiento de la base aeronaval de Rota como sede del componente naval del sistema antimisiles de la OTAN. Como resulta de manera habitual, ciscándose en su propia legalidad, el rey y los gobiernos de su majestad hacen la guerra sin el consentimiento de sus cortes y firman convenios de cooperación militar cuando éstas se encuentran disueltas. Son todos actos que, en rigurosa interpretación, constituyen crímenes de guerra.

La decisión ha sido justificada por el amortizado Zapatero y su ministra de Defensa en base al beneficioso impacto económico que tendrá para Cádiz la incorporación de cuatro buques de la US Navy dotados del sistema de interceptación de misiles AEGIS. Se estima que el fondeo de las naves supondrá un ingreso de cincuenta millones de euros anuales, la creación de trescientos puestos de trabajo directos y mil indirectos, además de contratos millonarios para los astilleros gaditanos. Siguiendo este razonamiento, España entera debería convertirse en un amarre de la Sexta Flota yanqui para paliar la dramática situación de cinco millones de desempleados. Pero no se ha hablado de los costes que supondrá para el bolsillo del contribuyente español mantener este sucedáneo de la “guerra de las galaxias”. Sin embargo, hay cuatro fragatas operativas de la Armada –y una en construcción– equipadas, no por casualidad, con el mismo sistema antimisiles que los navíos americanos. Puede ser cuestión de tiempo su encuadramiento en este sistema “defensivo”.

Es obvio que esta resolución es el reflejo de la supeditación juancarlista a los intereses del “amigo americano”. El escudo es justificado por los USA como un paraguas para la protección  de Europa ante la supuesta amenaza de imaginarios misiles balísticos intercontinentales  lanzados desde Corea del Norte e Irán cuyo alcance, en su estado actual de desarrollo, es el mismo que la distancia que media de Madrid a Chinchón. Es propaganda de trinchera y arma de guerra psicológica para los prolegómenos de una eventual ofensiva bélica contra Teherán: hay que aterrorizar a la opinión pública mundial con el espantajo del peligro nuclear de los ayatolás.

Pero en realidad es un pretexto que sirve para desplegar en Europa un sistema armamentístico dirigido a neutralizar la capacidad disuasoria de Rusia, potencia que no ha manifestado hostilidad alguna hacia España, y dejarle en desventaja estratégica en el juego del tablero mundial sobre el que Estados Unidos aspira a ser omnipotente, cercenando cualquier posibilidad de contestación a su poderío militar.

Una vez más no es esta nuestra guerra. Ni el escudo sirve a nuestros intereses geoestratégicos ni nos cubre de las asechanzas de nuestros enemigos potenciales. Por nuestra soberanía e independencia nacional, por la dignidad de nuestros ejércitos:

 

¡Fuera España de la OTAN!

¡Fuera bases yanquis!

¡No al escudo antimisiles!

¡Repatriación de todas nuestras tropas ya!