El Partido Nacional Republicano ha caracterizado a los sindicatos UGT y CCOO como órganos del régimen y, por ende, del gran capital cuyo cometido es actuar como diques de contención en defensa la monarquía de los banqueros a través de la desmovilización y desorganización de los trabajadores españoles.
La “Cumbre Social” forma parte de los desesperados intentos de los aparatos sindicales del juancarlismo por taponar el descontento de la ciudadanía ante los recortes y ajustes presupuestarios, impuestos por los gobiernos del reinito de España a instancias del Euro-Reich durante las dos últimas legislaturas, mediante la promoción de inocuas protestas y la extensión de su influencia más allá de su ámbito habitual de acción, la aristocracia de asalariados de grandes empresas y sus cohortes de liberados. Así, Méndez y Toxo se han puesto a la cabeza de un foro que integra un conglomerado de asociaciones de diversa índole, “mareas”, organizaciones y colectivos sociales, a la vez que han conseguido situar a su rebufo al sindicato mayoritario del sector público CSI-F. El desprestigio creciente de los grandes sindicatos motiva este tipo de iniciativas dirigidas, además, a evitar su desbordamiento por la presión de otros movimientos de contestación socio-política que puedan ir surgiendo conforme la situación de España se agrava.
Dentro del programa de actividades de este foro, se ha organizado la reciente marcha de Madrid del 15 de septiembre, bajo el lema «¡Vamos! Quieren arruinar el país. ¡Hay que impedirlo!». El fracaso de la convocatoria, patente por el número de asistentes, se suma a los cosechados por las grandes centrales sindicales con la última huelga general y Primero de Mayo.
Los bonzos sindicales se han empleado a fondo en la crítica a las medidas adoptadas por el gobierno de Rajoy para contraponer la matraca socialdemócrata de las políticas de crecimiento, fiscalidad para ricos y la veneración de su reliquia, el Estado de bienestar, a cuya demolición histórica ellos mismos han contribuido en todas las mesas de negociación, siempre en aras de la “responsabilidad” de los agentes sociales y el mantenimiento de la “paz social”. Y como de costumbre, han vuelto a blandir la irrisoria amenaza de otra huelga general.
Sin embargo, para marear más la perdiz, en esta ocasión han introducido una novedad: exigir un referendo para someter a consulta popular la aprobación de las políticas de austeridad del gobierno del PP y la aceptación de un eventual rescate de Eurolandia.
Un brindis al sol que, en el improbable caso de prosperar, convertiría a estos funcionarios del juancarlismo y miembros de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) de Eurolandia en privilegiados agentes de opinión e interlocutores de un debate falaz cuyo solo planteamiento supone distraer el foco de las soluciones de fondo.
Contra la guerra de aniquilación social y nacional desatada por el régimen y el Euro-Reich no sirven las movilizaciones, huelgas generales y referendos mediatizados por las grandes centrales sindicales. La única vía válida es la acción directa de masas encaminada a una rebelión nacional que desemboque en la defenestración de la monarquía de los banqueros y apunte a la instauración de una República española unitaria y socialista. Este combate por nuestra supervivencia debe manejar en primer término un puñado ideas que le distinga netamente de las falsas alternativas: el no reconocimiento de la deuda, la ruptura con la UE y el FMI, el abandono del euro y la recuperación de nuestra soberanía económica y nacional-popular. Todo lo demás es retórica sindicalera.