El Brexit, la victoria de Trump, la elecciones presidenciales de Francia, según los medios de prensa de “occidente” han contado con la maléfica intervención de la maquinaria de hackers rusos al servicio de la desestabilización del “mundo libre” en esta reedición barata de guerra fría en la que Rusia vuelve a ser culpable de todo, como en aquella vieja consigna espetada por el cuñadísimo de Franco para movilizar y enviar aguerridos voluntarios españoles a la guerra de rapiña de la Alemania Nazi contra la entonces URRS. Por qué no culpar a los rusos del separatismo en Cataluña y, si es posible también, de la muerte del torero Manolete.
Algunos mass medias españoles participados por holding norteamericanos, como El País, comenzaron a tejer tempranamente el manto de la sospecha sobre la injerencia rusa en la crisis separatista de Cataluña en base a desinformaciones, hechos inconsistentes e infundados y supuestas tramas que conducían a una russian conteccion con Assange, el fundador de Wikileaks, agitando por mandato del kremlin a favor de la causa separatista.
Durante esta pasada semana, Moncloa reconoció la actividad de hackers desde el territorio rusos durante el curso de los acontecimientos de octubre en Cataluña. Pero apresuradamente, ante tamaño despropósito y ridículo diplomático ha tenido que rectificar y matizar que en ningún momento se refería al Kremlin, cuya posición, a todas luces, ha sido impecable considerando siempre que la crisis de Cataluña es un asunto interno de España y reconociendo la soberanía nacional española sobre esta región.
Assange, según la propia fiscalía del Estado, ha podido adherirse a la causa independentista a cambio de un sobre recibido, no de Moscú, sino del Diplocat de los separatistas, financiado con dinero público ante la pasividad de Moncloa. Lo mismo que los artículos y entrevistas concedidas a Puigdemont por medidos de prensa de “países amigos” como Estados Unidos, respectivamente en The Washington Post y The New York Times, que han actuado como tribunas y cajas de resonancia del secesionismo de talonario catalanista.
Que haya habido medios de comunicación rusos que hayan dado cobertura a la movida separatista y se hayan regocijado del guirigay en un país que lacayunamente, a las órdenes de Whasington y la OTAN, ha desplegado soldados, tanques y aviones en la frontera báltica de la Federación Rusa, es innegable.
Sin embargo, irrefutable es que Estados Unidos, Eurolandia y la OTAN han promocionado y auspiciado los procesos secesionistas en el Báltico, centro-europa y los Balcanes en los que se mira el separatismo catalán y vasco y, no en vano, la reincorporación de Crimea a Rusia, ha sido la respuesta simétrica del Kremlin al aberrante reconocimiento de independencia unilateral de Kosovo concedido por la “comunidad internacional”.