Desde el Partido Nacional Republicano hemos insistido en el hecho de que la historia de nuestros dos últimos siglos se caracteriza por la ausencia de una moral nacional autónoma. Entendemos que esto es consecuencia del fracaso de la hegemonía y de las soluciones del Burgués. Es el producto de la dominación social de una burguesía retardataria y cobarde que, en sus versiones derechistas se alió con los valores y poderes del Antiguo Régimen y que, a la vez, engendró en la orilla política de la izquierda, a través de una satelización invertida, destructivas dinámicas antinacionales.
Es necesaria una moral nacional de aproximación inmediata a
Los romanos consideraron a la república como “régimen de las virtudes”. Y en la cima de esas virtudes colocaron el patriotismo, la preeminencia de los intereses generales sobre los particulares y los sectoriales.
Esta herencia fue actualizada y desarrollada por la gran revolución francesa mediante el principio de la soberanía popular indivisible –que hoy oponemos, en España, a la monarquía, la partitocracia y los caciques separatistas– y su base fundamental, la igualdad ciudadana.
La ciudadanía republicana es una condición “artificial”, derivada de la pertenencia a una comunidad nacional política (y no un atributo de la “esencia humana”, del “individuo”, según preconiza el liberalismo, o de pertenencia a una colectividades étnicas, “comunidades lingüísticas” y demás “unidades naturales de convivencia”).
Todo ello implica el cultivo de virtudes fundamentales: interés apasionado por lo público y la política, participación intensa, confianza en la capacidad de imponer los cambios que exijan las circunstancias, probidad, afán igualitario no nivelador –compatible con una meritocracia–, implacabilidad con la corrupción, etc.
Maquiavelo fue más allá la exhortación romana a la práctica desinteresada de las virtudes. Vio en
En efecto, para instaurar la nueva República, el "régimen de las virtudes", es necesario una nueva clase política, ante todo un nuevo Partido. Pero ese instrumento, perteneciente a la modernidad, deberá hallarse adornado por la "virtù", término de Maquivelo intraducible al español, que resume la cualidad esencial que el florentino atribuía al Príncipe. Una alianza compleja de las capacidades del león con las de la zorra, de la resolución y la audacia con la astucia y la espera, del amor a