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El PNR y la “izquierda nacional”
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Reflexiones más generales

Hemos señalado claramente al enemigo, al sistema capitalista y nos hemos puesto frente a él. Por tanto, nos debemos contraponer a la derecha y a la izquierda que constituyen partes sustanciales de ese sistema.

Las denominaciones de derecha e izquierda provienen del lugar donde tomaban asiento los diversos agrupamientos de diputados de la Asamblea Nacional francesa durante la Gran Revolución. A partir del triunfo del sistema capitalista, que supuso la diferenciación del Burgués respecto del conjunto variopinto del “pueblo” asaltante de la Bastilla, los conceptos de Derecha e Izquierda asumen nuevos contenidos. Así, la izquierda pasará a identificarse, en gran medida, con el partido que busca apoyo en los asalariados para un movimiento de impugnación del capitalismo. En ese partido irá prevaleciendo la componente marxista sobre otras: laboristas, sindicalistas, anarquistas, etc. Frente a esta izquierda, que se proclama internacionalista, de “parias de la Tierra”, la divisa de la Nación, uno de los ejes revolucionarios centrales de 1789, pasará en muchos países a manos de la derecha, con contenidos modificados.

En cuanto a nosotros, es evidente que diversos complejos nos han conducido en los últimos años a comportarnos como los “comunistas de izquierda” que condenaban el socialismo real por haber “traicionado” al comunismo “verdadero”, latente en algún recóndito pasaje de la obra del joven Marx. O como los “fascistas de izquierda”, que pretenden ocultar la realidad del ventenio de servicios de Mussolini a la gran burguesía, a los restos de la aristocracia y al clero, tras la imagen del fascismo “verdadero” de Saló.

No hay más cera que la que arde y no hay más izquierda que la que desde hace casi ciento vente años abreva mayoritariamente en el marxismo, con los subproductos de sus ramificaciones y descomposiciones extendidos hasta nuestros días. Frente a esa izquierda real, hemos teorizado la necesidad de una “nueva izquierda”, concebida como “vuelta a los orígenes”, como retorno a una izquierda “verdadera”. Se trata de la tradición jacobino-blanquista, que hemos recogido en un aspecto esencial: la unión en un solo trazo de la Nación, la República y el Socialismo. Pero esa tradición, además de contener intuiciones forzosamente muy limitadas, de cara a las necesidades del siglo XXI, desapareció completamente como corriente política operativa con la derrota de la Comuna de París y fue globalmente abandonada, incluso como referencia teórica, por el conjunto de alternativas de la sociedad moderna. Hace ya mucho que el jacobinismo y el blanquismo fueron repudiados como componentes de la izquierda. Ya Lenin tuvo que defenderse panza arriba de la justa acusación de jacobinismo en cuanto al tipo de partido, que le propinaban al unísono, a comienzos del siglo XX, los mencheviques, Trotsky y Rosa Luxemburgo. Hoy, el apelativo de jacobino es empleado por la izquierda como un insultante estigma casi ultraderechista. Equivale a asfixiante burocratismo opresor de “diferencias”. Los textos de Sièyes, eminente doctrinario del jacobinismo, a favor de la República centralizada, son tan políticamente incorrectos como los discursos de Robespierre convocando a los ciudadanos para la aniquilación de los enemigos de la Patria y la “salud pública”.

A todo esto se añade que no hay nada en el movimiento republicano ni en el movimiento social-comunista de nuestro país que tenga nada que ver la mencionada referencia. Los republicanos españoles siempre se han distinguido por un programa social extremadamente conservador. Su ideal no fue jamás la I República francesa, sino la Francia reaccionaria post-napoleónica. Creían que la república promovería una impetuosa modernización capitalista, pero no estaban dispuestos a lanzarse por la vía de los jacobinos franceses, ni siquiera eran capaces de ello. La máxima expresión de su energía fueron algunas asonadas cuarteleras. Su miedo a las masas fue siempre superior a su odio a la burguesía.

Y, en fin, ni siquiera en Francia existe actualmente una izquierda nacional de la que merezca la pena hablar. Algunos filamentos de la línea jacobina pervivieron en la obra de Jaurés, al que se debe el intento de una confusa mixtura entre la república nacional y el marxismo. Chevenèment pertenece a esta escuela, pero los acontecimientos se han encargado de mostrar que su alternativa no tiene el menor predicamento entre la izquierda. Ësta se entusiasma hoy con el lanzamiento de la “autonomía” corsa, a la que sin duda seguirán otras, el fomento de lo que Chevenèment llama “inmigración ilimitada” y “laissez faire liberal en cuestión de inmigración”, etc.

 

Total autonomía histórica, teórica y política

A la vista de todo lo anterior, el PNR decide un retorno a su posición fundacional, que se vinculaba a una clara conciencia de nuestra situación. El PNR no cuenta con predecesores ilustres, ni con esfuerzos precursores a los que referirse. Sólo tiene ante sí tareas ingentes y, sobre todo, inéditas, para las que de nada sirven los discursos globales del pasado, más allá de alguna referencia teórica parcial, como la antes apuntada y otras. Ello impone dar la espalda a todas las filiaciones de la bancarrota ante el capitalismo, rechazar todos los dogmas de la demagogia impotente, escupir sobre todos los credos mentirosos, para alzar una línea de autonomía histórica y auto-referencia teórica y política absoluta.

Alzamos banderas de combate sin tregua contra la izquierda presente, sin la menor veneración ni respeto hacia la izquierda del pasado. Hoy contamos con una experiencia y una perspectiva que hacen imperdonable la indulgencia. Que nadie nos llame a combatir contra la “degeneración” de la Izquierda. Desde que nacieron, los partidos marxistas son partidos del Capital, en la forma capitalista de Estado, que unos han querido imponer gradualmente, y otros a través de la toma violenta del poder. El anarquismo desveló también su oculta verdad burguesa cuando apoyó al Frente Popular en las elecciones del 36 en España ¡y destacó dos ministros al gobierno emanado de la victoria de ese frente, tras la sublevación franquista!

No hay otra Derecha que la Derecha del Capital, ni otra Izquierda que la Izquierda del Capital, frente a las que esgrimimos una autonomía histórica y política absolutas.

 

 

Resolución adoptada en la III Conferencia del PNR
30 de junio-1 de julio de 2001