El éxito de Ciutadans en los comicios catalanes ha desatado una notable efervescencia en sectores de la órbita del Partido Popular de toda España. Este hecho se explica por el apoyo prestado a esa formación por determinados periodistas de El Mundo y, sobre todo, de
Ciutadans es una versión liberal “progre” del constitucionalismo de 1978. Su lógica interna les llevará a ser exhibidos como minoría étnica que habla en castellano en un parlamento separatista catalán, y poco más. Ciutadans ha tocado la fibra de la opresión lingüística, pero ha desentendido los graves problemas que acucian a todos los españoles. Poco lo importa lo que pasó en el 11-M de 2004: alguno de sus jefes han calificado a quienes se movilizan por el esclarecimiento de esos hechos de “estrambotes” y “conspiranoicos”. Rivera estará allí, en el parlament, para denunciar en español los problemas del transporte público en Barcelona. Pero no dirá nada contra las destructivas políticas migratorias, la precariedad de los contratos laborales o el afincamiento insidioso del Islam.