Los que luchamos por una España unitaria, republicana y socialista no podemos más que sentir una profunda animadversión por todos aquellos “españolistas”  a los que el régimen presenta una y otra vez como el contrapunto al nazionanismo catalanista, disgregador y liberal-capitalista.

Hace unos días la “españolista” asamblea civil catalana anunciaba la necesidad de “administrar” la victoria en el “plebiscito” de las pasadas elecciones autonómicas catalanas, con el argumento recurrente del recuento de votos a favor y en contra de la independencia. Idéntico argumento han esgrimido los “españolistas” del PP y de Ciudadanos, todos liberales, todos adeptos al régimen disgregador y capitalista del 78, todos profundamente antisocialistas y antiespañoles.

Hace falta ser muy ciego para no ver que este tipo de argumentos no hacen más que darles balones de oxígeno al discurso legitimador de las posiciones soberanistas  al pretender hacer valer el resultado de un plebiscito cuya convocatoria era precisamente el punto de partida y llegada de toda la ralea independentista catalana. Y lo que es peor, permite abrir el experimento catalan a otras regiones de España a través de ese mismo argumento.  Los “españolistas” del régimen han aceptado de hecho las pretensiones soberanistas al basar sus argumentos en el recuento de votos,  una importante fase en el conjunto de la estrategia del Régimen del 78 de disgregar España y dejarla al servicio de las fieras rapaces del imperialismo capitalista del Euroreich.

Por si fuera poco, los otros “españolistas” que nos queda por nombrar, Podemos y el Psoe, completamente inmersos en la lógica económica del capitalismo, se apresuran a  incidir una y otra vez en la postura federalista, como posición aparentemente “neutra” y ya se apuntaron hace tiempo a apuntalar aún más la desmembración de España empezada por la pintoresca idea de las autonomías.

Con estos “españolistas” ¿Qué mejor caldo de cultivo para los engendros como Ibarretxe o Artur Mas?

Urge romper con el Régimen del 78, caldo de cultivo de los discursos antiespañoles, con la partidocracia  y con el Capitalismo, para instaurar una República Española, laica y socialista, es la única garantía de la desaparición de los nazionanismos disgregadores.