La tormenta económica que azota al reino del Borbón no muestra síntomas de amainar, sino más bien de convertirse in crescendo en un tsunami de resultados inconcebibles. Y ni el timonel BCE ni el capitán UE han evitado el naufragio que condena al pueblo español a perecer ahogado bajo el peso de la deuda del Régimen.
Pero conducidos al más oscuro de los abismos socio-económicos, no faltan por un lado los sabios que pronostican anualmente el fin de la crisis, a modo de profecía maya; y por otro, la izquierda que interpreta, esta vez entre batucas y payasos, el papel de violinista del Titanic deshaciéndose en elogios al periclitado sistema capitalista del Bienestar y aspirando a sustituir a su capitán mientras la nave se hunde. La izquierda aspira a la gestión del capitalismo, pero no a su sustitución.
Esta nueva crisis de producción capitalista seguirá desvelando las vergüenzas de la izquierda española, colaboradora con el régimen post-franquista del Borbón para dominar al pueblo trabajador español durante cuarenta años más; se alió primero, y se confundió después, con el nacional-etnicismo racista y clerical de las burguesías separatistas. Aquí los hijos más “rebeldes” de la burguesía franquista fueron situados a la cabeza de partidos de izquierda, y de la derecha. Todo quedaba atado y bien atado.
Y a pesar de su destreza para maquillar el Régimen de joven democracia, la conflictividad política que latía durante los primeros años de “transición” permitió adquirir a ciertas bases de partidos de extrema izquierda tintas de élite revolucionaria; pero tras la caída de la URSS y la desaparición de esas bases, se han quedado protegiendo las ruinas del comunismo ancianos de veinte años, nostálgicos de un pasado que nunca fue. Aparecen en los espontáneos estallidos sociales, buscando a los obreros de Petrogrado en un océano de postmodernismo, una amalgama heterogénea cuyos únicos nexos son una celosa defensa de su credo individualista y un odio cainita a la derecha. Ahora, ¿cuáles son las diferencias prácticas, no estéticas entre la izquierda y la derecha? Como diría Maquiavelo, hay que decir las cosas tal y como son y no como las cree el público, sobre todo por parte de una fuerza que se pretende transformadora de la sociedad.
¿Son los partidos y sindicatos de izquierda los que conducirán al pueblo trabajador a la conquista de la república, el socialismo y la democracia, a través del parlamentarismo y sus funcionarios sindicales?
Las organizaciones de izquierda son los espejismos que permite y alienta el régimen para crear una teatral farsa de conflicto político. Hoy día en España la única oposición que existe y se le plantea al régimen, desde la base a la cabeza, es el Partido Nacional Republicano. Mientras que la izquierda cumple la imprescindible función para el régimen de levantar una presa de contención donde se estanquen y pudran las vírgenes aguas de la revolución.
Es tarea del PNR abrir una brecha allí donde los muros sean más débiles y permitir el reclutamiento de nuestros compatriotas, donde adquirirán las aptitudes de un soldado-político.
Auspiciados bajo la tríada capitolina –España, República y Socialismo– el PNR lleva su programa y estrategia al mundo del Trabajo, al frente abierto por el capitalismo para la aniquilación del pueblo trabajador español y convertirnos a una nueva forma de esclavitud, más moderna y sutil, pero mucho más brutal.
En su desesperación, multitudes de compatriotas se lanzan desarmados o equipados con antiguallas del pasado (Chomsky-Hessel o Marx-Lenin respectivamente) contra las firmes defensas de un régimen que cuenta con espionaje, infiltración, y desinformación (una legión de periodistas de todo signo cuyo único interés, el rédito publicitario, los hace igual de dóciles y serviles como de baratos).
El Partido es la maquinaria bélica moderna que responde a las necesidades de esta guerra. Su misión, proteger y pertrechar al pueblo trabajador con un programa de rebelión nacional y una fe inquebrantable en su victoria. Con el Partido lo podemos ser todo, sin el Partido no seremos nada. El individuo es así convertido en soldado-político, inmune a la propaganda del enemigo y preparado en todo momento para el combate. No lucha para evitar las penosas condiciones que sufre momentáneamente, sino por construir la patria de sus hijos. Desprecia al liberalismo y todo conato de valores burgueses. Sólo merece luchar por la defensa del programa. En sí, no es individuo, sino fracción de una formación holística, el Partido.
El Partido Nacional Republicano recluta a los héroes que España necesita.
¡Alístate! ¡Milita!
¡Hacia la III República!
¡Viva España!