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El sionismo mata a un soldado español
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El Partido Nacional Republicano lamenta profundamente la muerte del cabo Francisco Javier Soria, destacado en la misión de interposición de la ONU, la FINUL, en la frontera entre Líbano e Israel, y expresa públicamente sus condolencias a su familia y allegados. Al mismo tiempo, el PNR vuelve a reclamar la repatriación de nuestras tropas desplegadas en conflictos extranjeros con los que los españoles nada tenemos que ver.

Este compatriota ha caído bajo el fuego de respuesta del ejército de Israel a un ataque previo de Hizbolá en represalia por el asesinato selectivo, días atrás, de varios de sus milicianos por disparos de helicópteros israelíes que invadieron el territorio sirio. El hecho es que el desquite israelí se ha realizado sobre el destacamento español que sirve en la FINUL. La posición que ocupaban los españoles era sobradamente conocida por el Tzáhal, las Fuerzas de Defensa de Israel. Un puesto fijo que incluía torres de vigía en la localidad divida entre Israel y el Líbano de Ghayar. La amenaza del ministro de Exteriores hebreo, Lieberman, de contestar con un ataque «contundente y desproporcionado» se ha cumplido cobrándose la sangre de un español.

No en vano, tanto el titular de Exteriores como el primer ministro israelí, Netanyahu, lejos de mostrar sonrojo por el supuesto accidente, han aprovechado con descaro la funesta ocasión para culpar a la FINUL de no impedir los ataques de Hizbolá, como si el cometido de estas fuerzas de paz fuera garantizar la defensa de los territorios ocupados por el sionismo en la frontera norte con el Líbano. La vesania vengativa del sionismo no tiene límites y pensar que esta desgracia es fruto de un incidente fortuito protagonizado por un ejército que alardea de la precisión de sus disparos raya en la ingenuidad o en la confusión interesada, como la que pretendía mantener el ministro de Defensa del gobierno del PP, Pedro Morenés, sobre el origen desconocido del obús que mató al soldado español.

Sabemos que cualquier crítica vertida hacia Israel recibirá de forma automática y ritual la acusación de antisemita. Poco nos importa recibir esta condena falaz que pretende acallar la verdad sobre un estado que, despojado de todas sus máscaras, de manos de Netanyahu quiere adoptar oficialmente la definición de «Estado Judío», ajustándose a su bíblico carácter teocrático, racista y expansionista armado que sojuzga a sus vecinos, invade, expolia y expulsa de sus tierras a sus habitantes y brinda en su territorio cobijo a los terroristas islamistas que asolan la región.