Tal y como estaba escrito, ETA ha anunciado el «cese definitivo de su actividad armada». No ha sorprendido. Menos tras el reciente desfile de un puñado de políticos profesionales internacionales por San Sebastián. La coreografía ha culminado, por ahora, con este comunicado. Ya lo dijimos.
El Partido Nacional Republicano lo ha venido denunciando desde siempre. ETA es parte consustancial del régimen. Nunca lo ha combatido. Sólo ha atacado a España. Eso le ha permitido matar durante el régimen anterior y el presente. Sus víctimas los han sido por ser españoles. Fueran civiles, militares o policías, de derechas o de izquierdas, su condición de objetivos etarras se debía a ser identificados como españoles por todos los nacionalistas vascos, por los que disparaban, por los que lo aplaudían públicamente y por los que lo justificaban en privado. España y el régimen juancarlista no sólo no son lo mismo, sino que éste es también enemigo de España. Y, como ETA, está empeñado en su destrucción.
Ahora, al régimen vigente ya no le hace falta ETA. Ya lo dijimos. No la necesita para la limpieza étnica en “Euskadi”, ni para imponer mediante el terror el desistimiento de los expañoles reducidos a una mera masa de individuos desnacionalizada. Incluso, el anuncio etarra le ha servido para reivindicarse ante esa masa desnacionalizada en plena precampaña electoral como “conseguidor de la paz”. Además, ahora urge el reconocimiento de la “nación vasca” con un nuevo estatuto de autonomía siguiendo el ejemplo catalán o andaluz. Para esa nueva etapa ETA será un actor político más, equiparable a todos los existentes: Sortu, Bildu, Amaiur… Ya lo dijimos.
Todos los agentes del régimen, desde el jefe del Estado y pasando por los portavoces de sus fracciones político-mediáticas se han felicitado por su “victoria”: la de la democracia, la de la sociedad, la de la paz, la de las víctimas incluso… No mienten. Nadie dice que es la “victoria” de España frente a sus enemigos. Hablan como individuos y no como españoles. Saben que España pierde. Los crímenes durante décadas contra ella quedarán impunes. La legitimidad de quienes buscan destruir a la Nación española sale reforzada. Los etarras podrán seguir persiguiendo sus fines igual que hasta ahora. Sólo se les pedía que dejaran las armas. Sin ellas todo es legítimo, les decían. La derecha se alegra por el «fin de la violencia». La izquierda lo hace, además, por el próximo retorno del hijo pródigo descarriado, como fue en el pasado. ¿O es que hay que recordar que el PSOE-PSE-EE acoge en sus filas a ex etarras poli-milis?
Pudiendo ser derrotada ETA, el régimen no ha querido hacerlo.Ya lo dijimos. Peor aún, ensalza a los etarras al reconocer que ha existido un conflicto bélico. Así, se habla de paz cuando sólo ha habido terrorismo antiespañol. Es la culminación al “proceso de paz”, mera etapa en la hoja de ruta de destrucción de España. Una confederación de “naciones ibéricas” presidida por la Corona, en beneficio de la oligarquía y de las diversas burguesías “nacionales”, y siempre en detrimento de los ciudadanos españoles, de los trabajadores españoles. Incluso, las últimas exigencias de los más reticentes se cumplirán en esta «paz sin vencedores ni vencidos». El desarme llegará, la amnistía encubierta en forma de excarcelaciones individuales llegará, su reinserción llegará, el reconocimiento del sufrimiento de todas las víctimas (de uno y otro lado) llegará, la rehabilitación como héroes de todos los Josu Terneras llegará. Para todo ello, el régimen sólo tendrá que utilizar las leyes existentes o modificarlas si es menester.
Un último obstáculo queda: las víctimas. A eso ha reducido el régimen toda la cuestión, al resarcimiento del dolor de las víctimas. ¿Les es suficiente con el arrepentimiento y el perdón? Sólo algunos se acuerdan de España, la principal y más importante de todas ellas. Han convocado una manifestación el próximo 29 de octubre para mostrar su rechazo a esta “paz”. Pero seguirán sin señalar al único y auténtico responsable porque callarán la denuncia plena, absoluta, del régimen juancarlista, desde su cabeza hasta el último de sus lacayos. La rebelión cívica por la justicia que promueven será contra el régimen o no será. Patriotismo desleído.
El Partido Nacional Republicano es enemigo de esta “paz”. Ya lo dijimos, lo decimos ahora y lo seguiremos diciendo siempre. Luchamos por la refundación nacional de España mediante su acabamiento en una república única e indivisible que proscribirá los partidos antiespañoles. Y que seguirá persiguiendo a todos los etarras para que cumplan las condenas que les correspondieran. Esté ETA disuelta o no, pidan perdón o no, estén amnistiados o no por el régimen juancarlista. Porque la legitimidad de esa nueva España nacerá de la destrucción hasta los cimientos del régimen actual.
¡Contra la monarquía juancarlista por la salvación de España!
¡Por la derrota total de los enemigos de la Nación!
¡Hacia la República Nacional Española!