La Iglesia católica es la única confesión religiosa de las que existen en el territorio español que no se autofinancia. Además, en ningún país desarrollado del mundo el Estado financia a
Es innegable que los católicos no sostienen adecuadamente a su Iglesia, como deberían hacerlo en un Estado verdaderamente laico, en el que se consagrase la plena separación de todas las iglesias y del Estado. Con las aportaciones de los católicos no se podrían pagar los sueldos de las personas (clérigos y seglares) que mantienen funcionando la institución, ni sus gastos en formación, equipos, viajes, publicaciones y demás costos de la organización eclesiástica. Sin financiación externa,
El Estado financia abundantemente a
1ª. El Estado recauda y entrega el impuesto eclesiástico: el 0,52% del IRPF que los contribuyentes asignan voluntariamente a
2ª. El Estado complementa con aportaciones directas del erario público lo que falta para llegar al nivel comprometido en el presupuesto anual (150 millones de euros en el 2005). Las aportaciones de los fieles no suelen superar los 100 millones de euros, por lo que este año el resto, de unos 40 o 50 millones de euros, ha sido una aportación directa del Estado.
3ª. El Estado exime a la organización eclesial de varios impuestos: IVA –con la protesta de
4º. El Estado destina unos 500 millones de euros para pagar a los profesores de religión en las escuelas públicas y a los capellanes en hospitales, prisiones y cuarteles. Paga asimismo por la conservación de monumentos y obras de arte que son patrimonio de
5ª. El Estado paga más de 2.000 millones de euros a las órdenes religiosas que regentan las escuelas concertadas. Por otra parte, algunas administraciones públicas –comunidades autónomas y ayuntamientos– contribuyen a financiar instituciones de
La pregunta que nos hacemos es si esta situación va a cambiar. Dado que el dinero público es dinero del público, muchos ciudadanos, que pueden ser católicos o no católicos, pero que son contribuyentes, se preguntan qué destino otorga
Es claro que una parte de esa financiación está sirviendo para que altas jerarquías eclesiásticas difundan mensajes de equidistancia entre la defensa de la nación española y la del separatismo vasco, o entre el dolor de las víctimas del terrorismo separatista y el de los familiares de los etarras presos, o para promocionar el apoyo a los estatutos separatistas. Otra parte de esa financiación se destina a la legitimación de la inmigración ilegal y a la defensa de los sin papeles, y a justificar su discriminación positiva frente a los trabajadores españoles.
Y tampoco podemos cerrar los ojos ante el hecho de que el régimen de financiación que disfruta
Son sólo algunas de las razones, y no las más importantes, por las que exigimos la completa separación de las iglesias y el Estado y la autofinanciación de las confesiones.