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Otra vez sangre en las urnas del Borbón
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El PNR viene denunciando la política de colaboración con banda armada desplegada por Zapatero con la bendición de la Zarzuela. Por ello ha considerado el vil asesinato del ex edil del PSOE como un lamentable capítulo más del fraude masivo al que somete el régimen del Borbón a los españoles. ETA es, ante todo, un pretexto para justificar la desarticulación nacional de España. Lo ha sido desde la misma génesis del régimen de 1978.

Como ya viene siendo habitual, en vísperas de las elecciones convocadas por los gobiernos del Borbón se debe derramar sangre con alguna intencionalidad política. Con la matanza de marzo de 2004, se impute a quien sea su autoría, se buscaba desalojar al gobierno de Aznar. Con el atentado de marzo de 2008, obra inequívoca de ETA, el efecto conseguido ha sido un refuerzo de la figura de Rodríguez Zapatero. Siempre la misma tónica: consternación e impacto sobre la masa. Ante todo sobre la parte de la misma que vive en un estado mental rayano en la melopea opiácea, encantada de que adormezcan con cuentos su risueña inconsciencia. Paz y otra de gambas.

Zapatero, tras ganar las macabras elecciones del 11-M, afirmó tener “infinitas ansias de paz”. Poco después arrancaría las bendiciones del Congreso de los Diputados para iniciar un diálogo con la banda separatista ETA, con la “paz” como coartada, si se presentaban determinadas condiciones. Casualmente, ETA declaró una tregua indefinida que abrió un “proceso de negociación”. En el transcurso del mismo, los separatistas criminales de masas y sus asesinatos fueron denominados por Zapatero, respectivamente, “hombres de paz” y “accidentes”, mientras que las víctimas de ETA eran denigradas y acosadas. La negociación pasó a Europa, “internacionalizándose”. Aquello culminó con la falsa ruptura de la tregua, periodo en el que los emisarios de Zapatero, sobre los escombros de la T-4, convertidos en el túmulo de dos jóvenes ecuatorianos, seguían prometiendo a los etarras la anexión de Navarra y que el “derecho de autodeterminación” del País Vasco. Así, las formaciones políticas de ETA pudieron, sin traba alguna, presentarse a elecciones locales, obtener financiación pública y acceso a los censos que facilitan información para sus crímenes.

Pero por todo aquello, Rodríguez llegaba tocado a las elecciones generales. Era menester trocar el papel de “príncipe de la paz” por el de paladín de la “firmeza democrática” en la lucha contra ETA. A toque de corneta, los mismos jueces, fiscales y policías corruptos que desbrozaron el camino de la “paz” se pusieron a trabajar en la nueva dirección: el reingreso en prisión de los “hombres de paz” de Zapatero, la detención de la cúpula de una supuesta reconstituida HB, la puesta a disposición de la justicia de algunos etarras y procesos de ilegalización de ANV y PVCT. Todo ello con el aderezo de los llamamientos a la “unidad de los demócratas”, secundados y amplificados desde la Zarzuela. ETA, por su parte, ha seguido blandiendo la amenaza y sembrando la violencia y la muerte recordándonos su presencia, para cuando Zapatero decida retomar públicamente el proceso.

Entre tanto, las fuerzas del régimen se realinearon. El PP, tras años de diatribas contra la “política antiterrorista” del gobierno, siempre jalonadas de ofertas de consenso, terminó insertándose en el frente único de “todos contra ETA”. Rajoy cerró la brecha, escenificando su adhesión total a la política del régimen con su presencia en una concentración convocada, tras el asesinato de dos guardias civiles en un “encuentro fortuito”, por el gobierno del pacto con el terror.

ETA ha hecho campaña por su candidato, Zapatero, asesinando a un militante del PSOE. Su primera finalidad ha sido borrar de la memoria los conciliábulos del gobierno con ETA. Así, Rodríguez Zapatero ha podido hacer la mueca de la ceja y proclamarse el más acérrimo enemigo de ETA, presentando “todo lo anterior” como fruto de la mejor intención. En segundo lugar está el propio impacto emocional del atentado. El discurso de la hija de Isaías Carrasco ha empujado el voto socialista a considerables sectores de jóvenes. Rajoy ha acudido al Congreso para firmar una nueva y vacía proclama al lado del PSOE y ERC. Y de IU, que ha sostenido hasta el último momento la alcaldía de ANV en Mondragón.

Puede ser que, algún día, la niña de Rajoy, que aspira al “esfuerzo, el sacrificio y el mérito”, que sabe inglés e informática para ser “competitiva” en una “sociedad abierta” y “global”, consiga sus objetivos. Pero probablemente esto ocurrirá en algún lugar que no es España.

No cabe más alternativa al régimen del crimen y la mentira que su derrocamiento por la acción masiva de quienes siguen considerándose pueblo español.