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Lo peor del franquismo, el antifranquismo
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Como Rodríguez Zapatero nos anima a reavivar la “memoria histórica”, abriremos un poco el baúl de los recuerdos. A mano derecha de la primera foto que acompaña a estas líneas aparece Jesús de Polanco, con el uniforme de las Falanges Juveniles. Muchos jóvenes de esa época militaron en la organización juvenil voluntaria del Régimen, pero no todos igualaron en fervor a Polanco, que llegó a ser jefe de Centuria.

La segunda foto fue tomada durante la celebración del Congreso Internacional de Editores (París, mayo de 1972). Y ahí estaba don Jesús de Polanco rodeado de la alta sociedad de la época. En primer término, a mano izquierda, se encuentra el editor cántabro. A continuación le sigue Jaime Murillo Rubiera, entonces jefe de Estudios Políticos del régimen. A su derecha, una hija de Fraga casada con Robles Piquer, en aquel momento ministro de Educación y también asesor jurídico de la Editorial Santillana, propiedad del otro señor que se encuentra en la mesa. Santillana y Polanco fueron socios y dieron su primer gran pelotazo con la información confidencial de los contenidos de las asignaturas. Ese año, todos los niños españoles estudiaron con Polanco. Una pasta. Después siguieron agrandando el negocio con las exportaciones a Chile y Argentina. Se forraron. Pues bien, el Sr. Polanco se erige hoy en gran acusador del franquismo. ¡Vivir para ver! Pero no es el único que queda retratado si empezamos a desempolvar los viejos trasteros.

JUAN LUIS CEBRIÁN. Mano derecha de Polanco, directivo del grupo PRISA y uno de los principales defensores de la actual fractura “plurinacional” de España, inició su carrera en la prensa del Movimiento, de la mano de su padre, el falangista Vicente Cebrián. Pasó por 'Pueblo' y por 'Arriba'. En 1974, el régimen, en atención a su dedicación, le nombró Director de los Servicios Informativos de TVE, con Carlos Arias Navarro.

MARIA TERESA FERNÁNDEZ DE LA VEGA. La actual vicepresidenta (Valencia, 1949) es hija de Wenceslao Fernández de la Vega, falangista de la línea de Girón, el más “azul” de los ministros de Franco.

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA. El padre del Ministro de Interior socialista y portavoz del Gobierno de los GAL había sido suboficial del Ejército del Aire franquista y entró gracias a ello a trabajar como mecánico de vuelo en Iberia.


MARIANO FERNÁNDEZ BERMEJO: ¿Se avergüenza el actual Ministro de Justicia de que su padre haya sido alcalde y jefe local del Movimiento de Arenas de San Pedro (Ávila)?

CÁNDIDO CONDE-PUMPIDO. Luciano Conde-Pumpido, abuelo del actual Fiscal General del PRISOE, fue designado por Franco en 1936 vocal del Alto Tribunal de Justicia Militar, entre cuyas actuaciones figura el proceso a la tripulación del “Mar Cantábrico”, del que resultaron veinticinco ejecuciones. Ya en la posguerra, don Luciano formó parte del Consejo Supremo de Justicia Militar, por el que pasaron, para su confirmación o conmutación, miles de condenas a muerte.

JOSÉ BONO. El ex ministro de Defensa y ex presidente de Castilla-La Mancha
es hijo de un falangista con el carné nº 230.096 de FET y de las JONS, alcalde de su pueblo y Jefe Local del Movimiento.

MANUEL MARÍN. El Presidente del Congreso de Diputados es hijo de un prominente falangista de Ciudad Real, ya fallecido, que ocupó la presidencia de la Hermandad de Alféreces Provisionales. Su fama en la capital manchega y su encendido verbo nacional-sindicalista aun se recuerdan.

JOSÉ MARÍA BARREDA. El sucesor de Bono en la Presidencia de Castilla La Mancha, miembro del PSOE y previamente del PCE, pertenece a una familia de aristócratas y terratenientes de la provincia de Ciudad Real, comprometida desde el primer momento con el levantamiento del 18 de julio.

JOSÉ MARTÍN PALLÍN. Hijo de un oficial que en La Coruña apoyó el alzamiento,
ingresó en la carrera fiscal durante el franquismo, distinguiéndose en la aplicación de su legislación. Ahora, como magistrado jubilado, sigue distinguiéndose: en la demanda de la elaboración de la Ley de Memoria Histórica.

MARTÍN VILLA. Siempre “al servicio del Estado”. Jefe Nacional del SEU, hoy en PRISA.

FERNANDO ÓNEGA. Notorio periodista que se define a todas horas como centrista, fue jefe de prensa de la Guardia de Franco. 

XABIER ARZALLUS. El padre de este demente y racista primitivo fue el requeté Felipe Arzallus, que participó como voluntario en la guerra civil en el bando de Franco.

JUAN ANTONIO SAMARANCH, el marqués, fue la mayor parte de su vida un alto cargo en la Administración franquista. Después de la muerte de Franco, declaró: "Considero que la figura y la obra realizada por el Caudillo se inscribirá en la historia como uno de los estadistas más grandes del siglo XX. Para España, el mandato durante 39 años de Francisco Franco ha supuesto la era de prosperidad y paz más larga que ha conocido nuestro país desde hace muchos siglos". Ahora introduce a Carod-Rovira en el Comité Olímpico Internacional para que monte unos Juegos de “naciones sin Estado”.

JOSEP VILARASAU. El ex presidente de La Caixa fue otro catalán adicto al régimen. En los años 70, fue nombrado Director General del Tesoro, uno de los puestos más importantes del Ministerio de Hacienda y de libre designación por el ministro.

OBISPO EMÉRITO SETIÉN. Supremo dirigente de los sacerdotes proetarras, fue
designado Obispo por Franco, en la terna que presentaba al Vaticano, por su "gran adhesión a los Principios Fundamentales del Movimiento".

Hace poco, Mariano Fernández Bermejo, tras tomar posesión de su cargo de Ministro de Justicia del PSOE, proclamó enardecido: «Luchamos contra sus padres, y ahora tendremos que luchar contra sus hijos». Toda una declaración de masoquismo. O incluso una confesión de voluntad de parricidio. Podría conducirnos a un apasionante estudio de sicología. Pero las presentes líneas pretenden limitarse a un breve apunte sociológico.

En modo alguno puede sostenerse la tesis de que el zapaterismo representa una actitud de revancha de quienes perdieron la guerra civil. Esto no es verdad siquiera respecto de Zapatero. Un abuelo suyo fue fusilado por los franquistas, pero su otro abuelo era franquista, y su esposa proviene del más rancio franco-falangismo leonés. Lo mismo ocurre con la mayoría de los antifranquistas… de después de Franco.

Las dos fuerzas políticas principales que sostienen al régimen actual proceden del franquismo sociológico y político. Esto es algo similar a lo que ocurrió en Italia tras la II guerra mundial, en la que, como señaló Oriana Fallaci, los Fascistas se dividieron en dos: Fascistas y Antifascistas.

Para la oligarquía capitalista dominante era evidente, a comienzos de los 70, que la desaparición de Franco haría necesario un artilugio liberal-parlamentario, provisto de su correspondiente partido de izquierdas. Éste no podía ser otro que el PSOE. Mucho antes de la muerte de Franco, Isidoro, nombre de guerra de Felipe Gónzález, recorría España con discreta protección de la guardia civil. Resucitar al PSOE fue tarea a la que  también se aplicaron brillantes figuras del Régimen (como Polanco y Cebrián) y a la que se incorporaron legiones de hijos de franco-falangistas que habían cubierto, eso sí, una fase de disidencia y “compromiso social”, al estilo de “Cuéntame como pasó”. Como reconoció un día Javier Pradera, ideólogo progre de El País, nieto del proto-mártir tradicionalista Víctor Pradera y antiguo miembro del Partido Comunista, «éramos la oposición del Régimen, pero era un juego sin riesgos porque sabíamos que, en caso de necesidad, nuestros importantes familiares nos sacarían las castañas del fuego».

También en el campo de los nacionalismos periféricos se constata un similar proceso lampedusiano. “Que todo cambie para que todo siga igual”. Ahí están para atestiguarlo tanto el caso de Arzalluz, como el de Carod-Rovira, hijo de un guardia civil.

Naturalmente, muchos de estos personajes se han transformado. Algunos han cubierto una larga trayectoria que media entre los fuegos de campamento y las tenidas de la logia. El resultado está a la vista: un cinismo nihilista absoluto, un olímpico desprecio a la democracia y la disposición a utilizar cualquier medio en defensa del reino del capital y de sus propios privilegios dentro del mismo.