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Líbano: no más tropas fuera de España
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El gobierno “pacifista” de Zapatero anuncia el envío de un contingente de nuestras fuerzas armadas a un conflicto que nos es ajeno, bajo el mandato de una organización corrupta, la ONU, cuya legalidad impone diferentes varas de medir, según de quien se trate y que, finalmente, acaba convalidando las ilegalidades perpetradas por el imperialismo yanqui-sionista. A los efectivos diseminados por medio mundo bajo esa bandera, ahora debemos sumar las tropas que se destinarán a la interposición entre la milicia islamista Hizbulá y el ejército israelita. Entre la ira de Armagedón y el filo de la Espada del Islam, nuestros soldados volverán a jugarse la vida. Principalmente, porque el descalabro israelita en su intento de invasión del Sur del Líbano demanda la presencia de fuerzas internacionales para mantener el statu quo impuesto por Tel Aviv en la zona.

En medio de esta guerra, ha estallado la polémica nacional envuelta en una kufiya. El presidente Zapatero se dejaba fotografiar con un pañuelo palestino al cuello, mientras miembros del partido socialista lanzaban diatribas, y se manifestaban contra Israel. El partido de la oposición se escandalizaba por esta pose y por unas declaraciones que, según el PP, amenazaban con generar un conflicto diplomático. Y, a continuación, llamaba a la ardiente defensa del estado judío en su derecho a la legítima defensa que, al parecer, contempla arrasar el Líbano y aniquilar a su población. En realidad, la equidistancia, ponderación y responsabilidad que reclamaba el PP de Zapatero era, a todas luces, un reproche injusto. Si por un lado Zapatero, el presidente de la “paz”, se hacia la foto con la prenda símbolo de la resistencia palestina, por el otro, ya fuera del alcance de los focos y las cámaras, y de las declaraciones subidas de tono de los miembros de su partido, firmaba un contrato millonario con el gobierno israelita para la adquisición por nuestro ejército de sofisticados mísiles anticarro “skip”. Lejos de cualquier incidente diplomático, el ejecutivo de Zapatero estrecha sus relaciones con el gobierno hebreo. Obviamente, el grupo estatal israelí Rafael, proveedor de las armas, reinvertirá sus beneficios para sostener y desarrollar la maquinaria bélica judía.

Mientras nuestras fuerzas armadas patrullan allende los mares, las que restan aquí realizan servicios privados para la familia Zapatero, tales como el transporte VIP para la compra en las rebajas de Londres o, la escolta marítima en las prácticas de buceo de doña Sonsoles, la señora de Zapatero. Nuestras fronteras son asaltadas alegremente, y al otro lado del estrecho, Marruecos acecha Ceuta y Melilla. Necesitamos un ejército nacional.