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Iraq. Se irán sólo si les echan
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En plena campaña previa a la elección presidencial en EEUU, ningún candidato demócrata con posibilidades se ha pronunciado a favor de una retirada total en Iraq. Todos ellos han hablado de dejar un contingente de tropas. Mucho menos habrá retirada después del asesinato de la primera ministra de Paquistán.

Se ha informado recientemente de un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos e Iraq para establecer, en el curso de los meses inmediatos, un marco nuevo de relaciones. El objetivo de ese acuerdo sería la presencia militar norteamericana permanente mediante la construcción de superbases militares, concretamente cinco que ya están en levantándose, completadas con una superembajada, la mayor de EEUU en todo el mundo, también en marcha.

Es absolutamente coherente que EEUU quiera permanecer en el país. Otra cosa es que lo logre. Desde el principio de la invasión, los EEUU se han embarcado en una guerra que significa la opción con un enorme coste humano, político y económico. Precisamente por ello no están dispuestos a soltar la presa. Las dos razones centrales de esta guerra han sido y son el petróleo y tratar de obtener un diseño de la región más favorable para el invasor y su principal aliado, Israel.

Alan Greenspan tiene clarificadoras páginas en sus recientes memorias. Su tesis es muy simple; las reservas de petróleo de Iraq suponen un cuarto de las mundiales con un valor, a precios actuales, de treinta billones de dólares. El coste total previsto de la aventura iraquí supone para EEUU un billón. Inversión acertada, negocio redondo. Para eso hay que asegurarse el control del petróleo y de sus beneficios, algo que ya está en marcha. El círculo se cierra con esa citada presencia permanente con cincuenta mil soldados y otros tantos mercenarios, capítulo este último siempre olvidado, pero clave pues esos mercenarios gozan de absoluta impunidad ante los tribunales norteamericanos, como se ha visto en recientes casos. Ese control del petróleo es clave para EEUU a la vista de lo que pasa en Venezuela, del peligro siempre latente en el aliado clave en la OPEP, Arabia Saudí y de la probable desestabilización de Pakistán.

Todo cuadra, al menos en teoría. Ocurre, sin embargo, que casi nunca este tipo de planes ambiciosos suceden luego en la realidad. El tiempo lo dirá. Ese mismo tiempo que ha ido mostrando las grandes mentiras con las que se trató de justificar esta guerra.