You are missing some Flash content that should appear here! Perhaps your browser cannot display it, or maybe it did not initialize correctly.

Hablemos del PP
Versión para impresoraEnviar a un amigoVersión en PDF

El PP ha echado en cara al PSOE el que ya negociaba con ETA mientras los etarras asesinaban a Pagaza. Pero Rajoy ha pactado con Rodríguez Zapatero el estatuto andaluz mientras Rodríguez colaboraba con ETA en la demolición de España.

Por tanto, vamos a hablar del PP.

Sí, de ese PP que aceptó las indicaciones de la Zarzuela de no identificar a la X del GAL, de poner al frente del CESID a un socialista de Polanco (Serra), de nombrar como baranda del CNI a Dezcallar, otro personaje similar, y además vinculado al lobby marroquí, y de mantener en sus puestos a gran parte de los GAL, algunos de los cuales han reaparecido en el 11-M.

Sí, hablemos del PP: el de “España va bien” meramente economicista, de la “prosperidad” basada en un alud de privatizaciones, del inicio del “modelo de desarrollo” apoyado en el ladrillo, del millón de inmigrantes ilegales, de las  nuevas formas de contratos basura y promoción de la precariedad.

Sí, hablemos de ese PP “nacional”, el de los pactos con Ibarreche y Pujol, el que defenestró a Vidal Cuadras y cuando ETA acordó una tregua, la calificó de “movimiento de liberación nacional vasco”.

El PP que procedió a una continua reducción de efectivos y del presupuesto de las Fuerzas Armadas y que apoyó la guerra de Iraq, completamente ajena a los intereses de España y justificada en la mentira de las “armas de destrucción masiva”.

Hablemos de ese PP que, tras perder las elecciones, no dio un solo paso en la investigación del 11-M. El informe de los explosivos utilizados en los trenes podría haber estado en manos de Rajoy en 24 horas. También pudo disponer de informes sobre los explosivos utilizados, basados en las autopsias de las víctimas. Los trenes se desguazaron durante lo que le quedaba de mandato, sin ningún informe de daños causados en sus estructuras por los explosivos. Autorizó el asalto al piso de Leganés, donde algunos golpistas le dijeron que estaban los terroristas y después no se molestó en reclamar la autopsia de los "suicidados".

Sí, es el mismo PP que luego ha querido “pasar página” del 11-M a toda costa, con alguna pequeña concesión, para liberar tensiones y hacer el paripé.

El mismo PP que, siguiendo quizá altas indicaciones, no nombró a los magistrados que le correspondían del Tribunal Constitucional. El PP de la inmersión lingüística en Galicia, Baleares, Valencia; A Coruña, Ourense, Lleida, Girona. El de la fórmula de arrastre valenciana y, finalmente, el de la “realidad nacional andaluza”. El PP al que le molestan las banderas de España en sus manifestaciones y que, por boca de Rajoy, ha dicho que «no es preciso españolizar el mensaje».

Rajoy dice un día sí y otro también que el actual gobierno es el gobierno de todos los españoles. Miente: el actual  gobierno es un gobierno ilegítimo, brotado del atentado del 11-M. Ahora ya sabemos que la versión del 11-M aireada por ese gobierno es falsa. Sólo nos queda saber qué grupo terrorista en concreto aupó a Rodríguez al poder. Y lo sabremos. Posiblemente, el PP ya lo sabe, pero se hace el tonto y contribuye al engaño de los españoles.

Rajoy no para de afirmar, además, que en España hay un Estado de Derecho. También miente en esto. En España lo que queda es un Estado de Desecho. Desde hace tres años, el gobierno actual impulsa una vía de fractura generalizada del orden legal, cuyo primer episodio fue la  aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña. Están rotas todas las reglas del juego constitucional. Ante esta situación, a un partido constitucionalista, como dice ser el  PP, le cabrían dos posibilidades.

a) La salida coherente, insinuada por gentes como Vidal-Quadras, sería constatar la imposibilidad de cualquier entendimiento con el PSOE y preparar una alternativa de "regreso al orden constitucional", aunque fuese con diversas reformas del mismo. Denunciar la fractura constitucional, abandonar el parlamento, dedicarse a potenciar las movilizaciones de resistencia hispánica que han comenzado diversos sectores y explicar a la ciudadanía las reformas que permitan la salvaguarda del marco constitucional.

b) Asegurar a los españoles que las reglas de juego todavía existen e intentar adaptarse a las circunstancias para no dejar de salir en la foto. Esta es la salida que sigue el PP, demostrando que miente incluso al proclamarse constitucionalista, cuando sólo practica un oportunismo rastrero. Y es que “romper la baraja” significa desobedecer al Borbón, que está alentando la confederalización de España, y abrir una tremenda grieta en el sistema. Supondría abandonar la actitud felatriz que ha distinguido siempre a la derecha liberal española, con su servil afán de obtener los visados democráticos que expide la izquierda.  Está, finalmente, el pavor ante el futuro: las reformas estatutarias ya avanzadas no tienen arreglo jurídico posible en el vigente marco y dejan un futuro ingobernable para ningún partido con una mínima idea de España.

Es por ello que el PP ha optado por pastelear con el PSOE las reformas estatutarias, avalando con su firma conceptos traidores como la famosa realidad nacional andaluza, por no hablar de la “realidad genética” de Núñez Feijoo en Galicia. Este último acaba de manifestar que considera un «exceso innecesario» la inclusión de la “«indisolubilidad de la nación española» en los textos estatutarios.

El único tema de aparente firmeza del PP es, por el momento, la cuestión vasca. Pero tan pronto Etasuna sea legalizada –y lo será tarde o temprano– y se instale abiertamente la mesa de negociación política que ahora funciona de hecho, el PP se pondrá a rastras del “proceso”. Rajoy ya prepara el terreno para ello. Apenas finalizada la manifestación del 3 de febrero, D. Mariano no ha tenido empacho en proponer que el Estatuto de la “realidad nacional andaluza” sirva como precedente para un acuerdo con Zapatero sobre ETA. Que no nos quepa la menor duda: en el caso de que Rajoy accediera al gobierno, emprendería el camino del chanchullo con los terroristas etarras.

Suele decir Pepiño Blanco que la derecha aceptará en el futuro todas las reformas que ahora critica. En esto le asiste la razón. El consenso, siempre el consenso, por encima de todo. Lo dice el rey.

Es por esto que los nacional republicanos debemos decir claramente a los españoles que, en el camino de la abolición de la monarquía juancarlista, DELENDA EST PP.