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Frente a las elecciones, construir el partido
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La consigna del Partido Nacional Republicano por la abstención activa debe entenderse como una plasmación política contundente de nuestro rechazo a la participación en las instituciones del juancarlismo. Hemos caracterizado al régimen juancarlista como antidemocrático por antinacional. Hemos denunciado la mentira que es equiparar electoralismo y parlamentarismo como manifestaciones democráticas. No pretendemos protestar ante las “imperfecciones” del sistema partitocrático. Hemos advertido que el gobierno que salga de las urnas del 20-N va a ser un mero impositor en Expaña de las órdenes de la Unión Europea y que no va a solucionar nada de la crisis económica. Pero por encima de todo esto, el nuestro es un llamamiento a la no participación en las mismas. Se enmarca, como una pieza más, en nuestra estrategia: promover el derrocamiento del régimen juancarlista mediante la acción política de masas en las calles. Es una expresión encajada en la dinámica tendente a la rebelión nacional.

No se trata de una actitud oportunista. Desde su fundación, el PNR ha manifestado un claro e inquebrantable repudio del electoralismo y parlamentarismo liberales. Los definimos como parapetos antidemocráticos y antinacionales del juancarlismo. El PNR ha denunciado siempre la imposibilidad de luchar por sus fines programáticos mediante la participación en las instituciones del régimen. De acuerdo con esta conclusión, el PNR propone desde su primer día una forma de entender y desarrollar la lucha política diferente, antagónica de la extendida entre los expañoles que le ha valido una incomprensión generalizada, incluso por quienes se autocalifican como antisistema y no dudan en acudir a todos los comicios posibles.

Es entendible. Somos perfectamente conscientes de los anhelos y expectativas de esos expañoles. Sabemos que los valores y principios, actitudes y compromisos, que compartimos todos los militantes del PNR son difíciles de encontrar en la masa atomizada de expañoles. Esto ha llevado a que la mayoría de compatriotas que se nos han acercado en los últimos quince años no hayan podido adquirir el compromiso definitivo de militancia. La exigencia de una permanente vinculación orgánica y de una estricta disciplina libremente asumida lo ha provocado. El severo filtro aplicado en el reclutamiento tiene por fin mejorar cualitativamente, no cuantitativamente, al partido.

Muchos de éstos han expresado su disconformidad con nuestra estrategia de no participación en los procesos electorales del juancarlismo. Para ellos, la acción política “real” es concurrir en el circo partitocrático aceptando sus reglas de juego. Hacen suyos los presupuestos del sistema liberal-capitalista, la cosmovisión del Burgués: tanto tienes, tanto vales. Equiparan éxito en la acción política con acumulación de votos, diputados, concejales… Apelan al pragmatismo y al utilitarismo para el crecimiento del partido. Esto significa hacer programas electorales en función de las encuestas sobre las demandas coyunturales de los electores, meros reclamos publicitarios. Entienden al partido político como una máquina para la concurrencia electoral y valoran el éxito del mismo en función de la cantidad de afiliados o de votantes. Traslucen la visión del Burgués y su mentalidad de contable: si tienes mucho eres un triunfador, si tienes poco eres un fracasado.

Lo explican como una «salida de la marginalidad política». Pero qué quieren decir. La marginalidad política la podemos entender de dos maneras. La primera, como estar fuera de las reglas de juego del régimen. En este caso somos marginales. Y lo seguiremos siendo a ojos del propio régimen tanto si el partido tiene diez o cien mil militantes. La segunda manera, en cambio, es estar en los márgenes del régimen pero dentro de sus límites. En este caso, no sólo no lo somos sino que somos ultra marginales porque acampamos más allá de las murallas del sistema, a extramuros. No puede ser de otra manera en un partido que elabora la estrategia para asaltar esas murallas a partir del análisis objetivo de la realidad y la crítica de la experiencia histórica. De acuerdo con esto, ¿se deja de ser marginal cuando se tiene un diputado o media docena? ¿Se deja de ser marginal cuando se alcanzan los cinco mil afiliados? Es evidente que no. Más allá del PPSOE y de los nacionalistas catalanes y vascos, todo es marginalidad política que apuntala el edificio del juancarlismo.

Ante esta evidencia, acaban por rebuscar un último argumento: la «salida de la marginalidad» equivale a la aparición mediática del partido, la utilización de la tribuna parlamentaria como un altavoz al servicio del partido. El círculo que abrieron con la pretensión de hacer política “real” lo cierran ahora con la más delirante irrealidad. Pretenden utilizar las instituciones y los medios de información del régimen en su propia destrucción. Vuelven a mostrar, así, su plena identificación con los dogmas del sistema, su asunción de que toda reivindicación es posible con la sola condición de aceptar las reglas de juego. La pura realidad nos vuelve a dar la razón. Teniendo en cuenta la incidencia real de la presencia mediática de fracciones tan leales al régimen como las de Rosa Díez o Gaspar Llamazares, ¿cuál sería la de un diputado auténticamente desleal con su majestad?

 

Nuestro fin no es crear un partido político. Es una necesidad derivada de nuestra razón de ser: la refundación nacional –y en consecuencia, democrática y socialista– de España. El partido que construimos tiene esa misión histórica. Su programa, sus características, su línea estratégica y sus actuaciones tácticas son las derivadas de las exigencias que dicho propósito plantea. Para ello nos dirigimos a todos aquellos españoles que, como nosotros, sienten la angustia de la destrucción de España y la viven como una tragedia personal. De esos, apelamos a los más decididos, a lo que no se resignan. Sabemos que, por desgracia, son muchos los expañoles que no cumplen con esta premisa. No queremos los votos ni de unos ni de otros. Buscamos el compromiso militante de los primeros con el porvenir de nuestra nación.

Con el único propósito en mente de luchar por nuestro objetivo, el análisis de la estructura política y socioeconómica del juancarlismo y la asimilación de experiencias históricas nos permiten afirmar que la refundación de España requiere de una revolución doble. Nacional y democrática en lo político, socialista en lo económico. Así, las tareas objetivas de esta revolución se plasman en nuestro programa político: un puñado de ideas claras y tajantes que nos identifican frente a todos los demás.

La seducción de esa minoría de patriotas españoles inconformista tiene lugar mediante la propaganda de los ejes principales del programa. Se trata de explicar pacientemente, de clarificar principios, de ordenar ideas. Además, debemos intervenir mediante la agitación en los movimientos de masas que se producen de hecho. El propósito es facilitar la toma de conciencia de nuevos elementos para que se aproximen al partido mediante la denuncia constructiva de errores existentes y la presentación de nuestras soluciones. Por todo esto, la principal labor de los militantes del PNR es actuar en su círculo personal más próximo con vistas al reclutamiento de nuevos luchadores. Deben perseverar en la difusión metódica de nuestra propaganda e intervenir coyunturalmente en movilizaciones de hecho mediante las consignas agitativas.

Los ejes principales del programa determinan nuestra orientación estratégica y las cuestiones tácticas generales. Nuestra estrategia descansa sobre tres premisas:

  • Primero. La refundación de España es imposible en el marco del régimen juancarlista por lo que debe ser demolido y reemplazado por una república única e indivisible.
  • Segundo. Esta demolición no es posible mediante una gradual conquista de posiciones  en las instituciones del régimen juancarlista. Quienes argumentan lo contrario deben ser denunciados como colaboradores del mismo.
  • Tercero. La experiencia histórica demuestra que los grupos políticos y socioeconómicos privilegiados no se resignan pasivamente a su extinción.

La estrategia del PNR está encaminada a la conquista del poder. Para ello, tres fases aparecen necesarias:

  • La ruptura democrática con la monarquía y su Estado de las autonomías mediante la denuncia del carácter antidemocrático del régimen juancarlista, vehículo de la hegemonía del gran capital.
  • La rebelión nacional consistente en la movilización directa, amplia y contundente, de los españoles en las calles con el propósito de derrocar al régimen juancarlista. Pretende extender el convencimiento de que todas las movilizaciones de hecho actuales y futuras deben confluir en un enfrentamiento patriótico global contra la monarquía de los banqueros en su conjunto. Cualquier otra vía debe ser denunciada como funcional al mantenimiento del mismo.
  • La constitución de un gobierno provisional surgido de la rebelión nacional que garantice las condiciones de libertad y seguridad necesarias para el inicio de un periodo constituyente republicano.

De acuerdo con esta estrategia hemos determinado el tipo de partido a construir. El PNR se organiza como la unidad de combate más eficaz posible para esa difícil vía. Entendemos al partido político como el único sujeto eficaz de la acción política. Son vanas las apelaciones a la sociedad civil, a los movimientos sociales, a los sindicatos (del régimen o alternativos), etc. En sus fases culminantes, la lucha por el derrocamiento del régimen no dejará de ser traumática. Conscientes de que el poder no podrá ser conquistado de manera indolora, el PNR adopta una estructura y organización concreta basada en la antigua democracia militar: los soldados se reúnen en los congresos del partido, aprueban la línea a seguir, eligen a sus jefes y se disponen a cumplir las instrucciones sin abandonar por ello su capacidad de crítica expresada en los órganos correspondientes.

El PNR es, en definitiva, un partido revolucionario por sus fines, por su estrategia y por su organización. Es un partido que se impone a sí mismo una misión histórica: la refundación de España. La dificultad de este empeño se agranda cuando, además, afirma con rotundidad no reconocerse en ninguna tradición política previa. Su discurso no sólo es completamente nuevo, es también único. Sus militantes, conscientes de esta identidad política exclusiva, se deben saber pertenecientes a una comunidad militante donde se está forjando un nuevo tipo de ciudadano español, a una escuela preparatoria para la vida en la República Nacional.

Esto implica una valoración del trabajo militante completamente diferente a la habitual en las organizaciones políticas del régimen. Nuestra autoevaluación debe tomar la perspectiva de la dificultad de nuestro propósito en el marco de la sociedad española realmente existente. En las masas españolas se extiende hegemónicamente el individualismo felicitario, autocomplaciente, nihilista e ilusorio. No cabe, pues, el desánimo en quienes evidencian una moral de servicio. Sólo quien resiste vence. Por esta razón, el PNR no representa en nada a las masas españolas actuales. No es una fracción de la sociedad española. Ninguna de sus clases y fracciones de clases señala una forma nueva de vida porque son expresiones parciales de esa misma sociedad. Todas se identifican con sus valores dominantes, en sus diversas versiones. Ni siquiera en los momentos de crisis promueven valores nuevos por sí mismas. Las crisis son, sencillamente, un momento propicio para el surgimiento de esos nuevos valores.

El PNR, en esta coyuntura de grave crisis, es la voz del desengaño del pueblo español. Y sus militantes expanden este propósito de transvaloración desde su esfera individual a toda el área de su influencia. Difícilmente puede servir de ejemplo en esta superación de los valores imperantes que quienes se presentan como los más acérrimos enemigos del régimen juancarlista decidan participar en sus escenificaciones electoralistas con la excusa de construir el partido. El PNR, lo hemos dicho, se está construyendo desde unos valores completamente distintos a los de la sociedad expañola actual.

 

¡Con el partido lo podemos ser todo, sin el partido no seremos nada!
¡Hacia la Rebelión Nacional!