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Fin del “milagro económico”. Pagan los de siempre
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Un estudio del semanario The Economist anunciaba hace poco que tanto en lo relativo a la inflación como al déficit exterior, España sería en el bienio 2007-2008 el país con peores cifras de entre las trece principales economías del mundo. Cierto es que las macrocifras de inflación y de déficit exterior han podido parecer arcanos inescrutables a la mayoría de ciudadanos. Pero no ocurre lo mismo cuando se traducen en el paro y en la cesta de la compra.

La subida de 45.896 parados en noviembre ya fue la peor en ese mes desde 2003, reflejando el avance de la crisis hacia el terreno del empleo. En diciembre, el paro registrado en los servicios públicos de empleo se incrementó en 35.074 personas  en relación con el mes anterior. Con ello, el número total de desempleados al cierre de 2007 ha sido de 2.129.547, un aumento del 5,27% con respecto a 2006.

En el sector de la construcción, el descenso de la compra de viviendas ha desencadenado un freno a la promoción de nuevos residenciales, en especial los de carácter vacacional. Así lo muestran las estadísticas del INEM: el paro en la construcción ha sido el que más ha subido, sobre todo entre inmigrantes, que representan el 70% del sector. Pero más de la mitad de los parados extranjeros registrados en el INEM se encuadran en el sector servicios, con 115.592 desempleados. Por ahí seguirá la sangría.

Los servicios públicos de empleo estatal registraban al cierre de 2007 a 211.964 extranjeros en situación de paro, un 24,5% más que un año antes y un 6,8% por encima de la cifra del pasado mes de noviembre. Esta nueva cifra de parados supone un incremento de 600 millones de euros en el gasto público. Según los últimos datos disponibles, correspondientes esta vez al mes de noviembre, el número de inmigrantes que cobran el paro en España ha crecido un 47,6% en tasa interanual. Algunos expertos estiman que en caso de que actual situación desemboque en un periodo de recesión, casi un 60% de los trabajadores inmigrantes que actualmente residen en España –unos 7 millones–  no tendrán acomodo en el mercado laboral. ¡Sabina! ¡La vida es bella! ¡Caldera! ¿Dónde los colocamos?

Por su parte, el alza de precios sigue embalándose. La inflación anual estimada del IPCA en diciembre de 2007 es del 4,3%, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este significa la tasa de inflación más alta desde diciembre de 1995.

Según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, 23 de los 60 alimentos básicos cuyo precio sigue habitualmente este departamento han crecido más de un 20% desde 2004. Se lleva la palma el yogur, que se ha encarecido un 291,6%, seguido del atún en aceite (108,8%), la bollería (95,7%), la menestra de verduras congelada (75,5%), los espaguetis (65%), el tomate natural (50%), los plátanos de Canarias (42,75%), la pescadilla (40,5%), la ternera (39,8%), la carne de pollo (35,7%) y la leche (35,7%). Con subidas menores, pero siempre por encima del 20%, figuran el aceite de girasol, los limones, la merluza congelada, las acelgas, la anchoa, las cebollas, el aceite de oliva, la lechuga y los tomates para ensalada.

A partir del 1 de enero los consumidores deberán pechar con incrementos de las tarifas de los servicios y suministros esenciales, como la electricidad, el gas natural o los transportes, y de otros parcialmente intervenidos, como la cuota por tener línea de telefonía fija. El recibo de la luz, que pagan más de 20 millones de consumidores, subirá en el primer trimestre de 2008 un 3,3% tanto para los clientes domésticos como para los industriales. Además, la tarifa del gas natural para los hogares y pequeñas empresas aumentará una media del 4,7%. La bombona de butano también se encarecerá, ya que su precio máximo pasará de los 12,29 euros actuales a 12,94 euros, lo que supone un incremento del 5,2%. En cuanto al transporte, Renfe Operadora va a incrementar sus tarifas en Cercanías y Regionales un 4% para el 2008. En los trenes de alta velocidad y largo recorrido aun no se han acordado las nuevas tarifas, pero el Consejo de Administración de Renfe va a solicitar que se le permita un aumento del 3,5%. En el transporte público por carretera, cuyas tarifas se incrementan en el mes de abril de cada año, el Ministerio de Fomento tiene previsto solicitar un aumento de un 4,1%. Los metros de Madrid y Barcelona también van a incrementar sus tarifas en línea con el aumento de precios, 4,1% en la capital y un 4,2% para la Ciudad Condal.

Las bazas que alentaron el “milagro” –para el beneficio capitalista– se esfuman a marchas forzadas. Los bajos tipos de interés, establecidos para sacar a Alemania del estancamiento, son cosa del pasado. Las hipotecas son ahora pozos de amargura. Los fondos estructurales europeos ya han dejado de responder al epíteto que los definía y dirigen su mirada al Este de Europa. Los ingresos por turismo decrecen lenta pero inexorablemente. La brecha creciente del déficit comercial no podrá ser colmada.

La capacidad de actuación del gobierno, sea del signo que sea, se verá limitada por nuestro maravilloso ingreso “en el corazón de Europa”. El gobierno no controla la moneda ni los tipos de interés. Esto es: no puede influir en el precio del dinero, ni puede utilizar la depreciación de la divisa para que la economía gane competitividad. Por tanto, su incidencia en la actividad económica se reduce, en teoría, a dos tipos de medidas: de política fiscal y administrativas frente a la inflación.

Respecto a la primera, la ineluctable caída de los ingresos fiscales, derivada de la menor actividad económica, unida a un aumento de las prestaciones públicas, hará reaparecer la palabra déficit presupuestaria en primera plana de la jerga económica. Por su parte, y de cara al control de la inflación, una vez más veremos fracasar todos los intentos de intervención administrativa en una economía fuertemente oligopolizada en sus sectores fundamentales. Por último, veremos salir conejos de la chistera con objeto de paliar la debacle inmobiliaria que ya está aquí.

Se buscarán justificaciones en el deterioro de la coyuntura internacional. Pero la crisis de las hipotecas en EEUU con su contagio a Europa y la subida del precio del petróleo y de los productos alimenticios, han sido tan sólo aceleradores de una crisis que, antes o después, tenía que originarse. Todo apunta a que en el 2008 se producirá una involución en el ciclo económico que, de hecho, parece haberse iniciado ya al final de este año. Si bien es previsible que la desaceleración afecte a toda Europa, también lo es que afecte en mucho mayor grado a nuestro país, y concretamente, dentro de él, a los asalariados y a las clases más bajas que son precisamente los que no se han beneficiado de la bonanza.