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Ellos y nosotros
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Ha comenzado la campaña electoral. El PSOE y el PP, los dos principales partidos del régimen van a intentar  polarizar a los españoles en torno a sus posiciones. La UPyD, de Rosa Díez y Savater, pretende construir una bisagra que le permita tocar poder a cambio de apoyo al “partido nacional” vencedor.

PSOE y PP tratan de escenificar al máximo lo que les separa  La tarea que el Partido Nacional Republicano propone a todos los patriotas españoles es precisamente la inversa: resaltar lo que une a todas las fuerzas del régimen. Y enfrentar a lo que pretenden ellos, lo que defendemos nosotros.

Todos ellos acatan la sentencia de punto final del juez Gómez Bermúdez, broche judicial al golpe de Estado del 11-M. El PSOE, porque con ello accedió al gobierno. El PP, porque algunos de sus mandamases policiales se pasaron al golpe triunfante y, sobre todo, porque es consciente de que el esclarecimiento del 11-M sacudiría al conjunto del régimen. Nosotros, por el contrario, seguimos queriendo saber la verdad del 11-M, caiga quien caiga y pese a quien pese.

Todos ellos son aparatos de una monarquía organizada territorialmente mediante el sistema caciquil de las autonomías. Todos ellos defienden el engendro de las comunidades autónomas, si bien difieren en cuanto a su porvenir. El PSOE quiere transformar a parte de ellas en naciones y el PP, sin mucha convicción, postula la limitación de algunas de sus competencias. Nosotros estamos por la república unitaria de ciudadanos, con supresión de comunidades autónomas, “realidades nacionales”, fueros, conciertos, cupos  y demás privilegios neo-feudales y por la potenciación de provincias y municipios.

Todos ellos aceptan a los separatismos –ahora llamados púdicamente soberanismos–, basados en el nacionalismo étnico –es decir,  en el racismo–  como fuerzas políticas legítimas, con tal de que se comporten pacíficamente. Nosotros luchamos por un Estado que pondrá fuera de la ley a estos enemigos de la nación española y de la democracia.

 Todos ellos, digan lo que digan, planean una salida negociada con ETA. Varían tan sólo las concesiones –políticas o simplemente penitenciarias– a que cada uno está dispuesto. Nosotros estamos a favor de su derrota integral: de la persecución y detención de todos los separatistas terroristas y sus colaboradores, procesamiento de los mismos y cumplimiento íntegro de las penas que se les impongan. Poco nos importa que anuncien “treguas” o que las rompan, que se disuelvan, o incluso que imploren perdón de rodillas.

Todos ellos son favorables a la cooficialidad del español con las lenguas regionales, entelequia que sirve de vaselina para imponer a estas últimas como oficiales. Nosotros postulamos que el español sea la lengua oficial del Estado, en todas sus instituciones, administraciones y niveles educativos, sin que ninguna de las lenguas regionales pueda ser impuesta a los ciudadanos.

Todos ellos son fracciones políticas de una monarquía parlamentaria. De un sistema antidemocrático que combina la pervivencia de una institución medieval, la monarquía, con una forma burguesa liberal de gobierno, la parlamentaria, basada en el esquema empresarial de las sociedades anónimas. Este modelo acaba concentrando todo el poder en manos del partido o coalición en el gobierno. El Congreso de Diputados no es más que la rama legislativa el ejecutivo. Frente a la monarquía parlamentaria, nosotros proponemos la alternativa de la república presidencialista, con elección separada del jefe de Estado y del órgano legislativo.

Todos ellos mantienen la más vergonzosa supeditación del poder judicial a los partidos políticos. Nosotros postulamos una radical independencia del poder judicial. Ellos han establecido la  subordinación de la policía al Ministerio del Interior. Nosotros estamos a favor de la  dirección de la policía por una fiscalía de Estado independiente de los partidos.

Todos ellos, ya sean quienes promueven un anticlericalismo tabernario o quienes lanzan discursos semi-confesionales, siguen sosteniendo económicamente desde el Estado a las iglesias. Nosotros estamos por la autofinanciacion de las confesiones.

Todos ellos defienden un sistema de justicia penal que, con el pretexto de la rehabilitación de los delincuentes, propicia la asegura la impunidad de muchos delitos y se burla de sus víctimas. Nosotros afirmamos la preeminencia de la función de ejemplaridad de la sanción penal y la atención a las víctimas de la delincuencia.

Todos ellos son fervorosos partidarios del sistema de confiscación capitalista del excedente creado por el trabajo, que en estos momentos desencadena el paro masivo, la vida cara, la caída de la participación del trabajo en la renta nacional, la exclusión social y la subordinación a las grandes potencias. Nosotros queremos edificar un socialismo maduro, que garantice la soberanía nacional, la justicia y la cohesión social del pueblo español.

Como consecuencia de lo anterior, todos ellos aceptan como algo normal los superbeneficios monstruosos del capital financiero, sistemáticamente revertidos en las zonas más especulativas de la economía, y con ambición de vampirizar los servicios sociales. Nosotros estamos por la nacionalización de la banca y por la unificación de todas sus instituciones en un Banco Nacional del Trabajo.

Todos ellos han participado en la destrucción sistemática del sector público en ramas vitales (energía, grandes transportes, etc.), con la excusa del mito de la libre competencia, que ha desembocado en los oligopolios y monopolios privados. Nosotros defendemos la socialización de esos sectores, dentro de un proyecto de potenciación y racionalización del sector público.

Todos ellos han impuesto reformas laborales dirigidas a extender la precariedad de trabajo y la gratuidad del despido. Nosotros luchamos por un régimen que garantice establemente trabajo digno a todos los españoles.

Todos ellos se han esforzado en degradar las condiciones de trabajo de los españoles mediante el expediente de la inmigración masiva. Nosotros planteamos la necesidad de poner fin a la inmigración ilegal y de restringir la legal en función de las tasas de paro de los españoles.

 

Todos ellos se desgañitan para hacernos creer que su acceso al gobierno, en el marco del vigente régimen y de la hegemonía del gran capital, puede solucionar los graves problemas que la disgregación nacional, paralela al avance hacia una grave crisis económica, van a descargar sobre nuestros compatriotas. Esos problemas sólo pueden afrontarse a partir de la ruptura democrática. Sólo pueden comenzar a resolverse por el camino de la movilización masiva y de la conformación de un gobierno provisional, surgido de esa movilización y basado en ella, que siente las bases de la instauración de la III República española y de profundas incursiones contra el sistema social vigente.

El PSOE y el PP nos mienten, pero no nos han engañado. Ni el PSOE es socialista, ni el PP patriota. Y ninguno de ellos tiene nada que ver con la democracia.

 

¡Ningún gobierno del Borbón es solución!
¡Ruptura democrática: escaños vacíos, calles en lucha!
¡Hacia la República Española!