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El terror a la sombra de las urnas
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Egregias instancias institucionales y densas concentraciones de poder económico han encargado a Rodríguez Zapatero convertir a España en una informe confederación de etnias sometidas al capitalismo centro-europeo. En cumplimiento de ese encargo, Rodríguez instrumentaliza a ETA, como ha instrumentalizado a ERC y al resto de nacionalismos anti-españoles radicales.

Rodríguez Zapatero ha invertido en ETA. En su momento hablamos de zapatregua: de una tregua acordada a ETA por el gobierno de los trenes. Esa tregua ha tenido un éxito considerable. Gracias a ella, una ETA agonizante se ha reorganizado, ha nutrido sus filas con nuevas levas de matarifes, se ha rearmado, se sanea económicamente tanto por vías legales como ilegales, ha penetrado en las instituciones y, bajo el rótulo de “izquierda abertzale”, ha sido presentada a Eurolandia.

Esa fase parece cubierta y ETA anuncia que “están abiertos todos los frentes”. Tras la zapatregua, viene la ruptura pactada de la tregua. Le toca a ETA demostrar que la inversión del PRISOE ha sido rentable. Una vez reflotada,  ETA se dispone a entrar en la campaña de preparación de las próximas elecciones generales. Obviamente, su candidato es Rodríguez Zapatero. Su campaña será la que sabe hacer: va a mover el árbol para que Rodríguez recoja las nueces.

Rodríguez sabe de una estrategia post-moderna que rinde frutos. Se trata de una estrategia con desenlace electoral, pero sus motores son el terror y la manipulación mediática. Ahora el terror lo pondrá ETA. Y, como siempre, la manipulación mediática correrá a cargo de PRISA y adláteres.

En estos momentos el gerente del “proceso” proclama que la ruptura de la tregua es la mejor demostración de que no ha hecho concesiones. Devuelve a De Juana –un despojo ya amortizado– a un centro penitenciario. Entrulla a Otegui por unos mesess. Reactivará las detenciones de etarras, sobre todo de jóvenes activistas del bando que desconfía de la familia Ternera. Y apalancado en esa exhibición de “firmeza”, exigirá al PP un apoyo incondicional a las ansias infinitas de pazzz. Le hará propuestas que incluso un oportunista tan desmedulado como  Rajoy, no pueda aceptar. O sí.

Entretanto, seguirá el “proceso” de contubernio con  ETA, a la que se reprocharán pacientemente sus “equivocaciones”. Y el gerente dirá en sus partes: “Seguimos, Majestad, porque si no se sigue no se consigue. Persistiremos, pues al final se impondrá la palabra. Como afirmó Su Majestad, “hablando se entiende la gente”.

Pero esto sirve de poco si no entra en escena el terror. Importantes sectores de españoles han de ser sumidos en el miedo y otros en el cansancio y el desistimiento. ¿En qué grado? En el suficiente para esos sectores sientan como un alivio balsámico la propuesta de zETAp: resolver de una vez por todas el “conflicto político con  el pueblo de Euzkadi” mediante la anexión de Navarra y la constitución de una nación vasca con  autodeterminación. Han de volver los atentados, a manos de “gudaris” financiados gracias a Zapatero, que si hay muertes hablará de “accidentes”, mientras se ocupa de vocear con todos sus medios la intransigencia de ese PP y esas víctimas del terrorismo que sólo quieren la guerra y el conflicto. En el momento preciso, ETA le brindará una nueva tregua con anuncio de localización de zulos conocidos desde hace lustros por la policía, entrega de algunos arsenales mugrientos y de unos centenares de kilos de explosivos caducados. Elecciones generales con aplastamiento del PP, que habrá concurrido mendigando al social-terrorista del talante la vuelta al pacto anti-terrorista. Sprint final hacia la confederación asimétrica de taifas ibéricas. 

¿Recuerda todo esto al 11-M? Posiblemente. Desde el 11-M, todo es 11-M.

La lucha contra ETA empieza por la lucha contra Zapatero. Y la lucha contra Zapatero implica la denuncia de la Zarzuela, que le ha otorgado espaldarazo, y de una traidora oposición constitucionalista que nos condena a la impotencia.