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El Estatut de los social-traidores
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Cuando había atascado entre los rifirrafes de las mafias separatistas, fue salvado in extremis por Rodríguez y Rubalcaba. Luego, un dócil Tribunal Constitucional permitió su tramitación como Estatuto, cuando suponía la alteración de una Constitución que obliga a todos los españoles. De este modo, un 54% de los miembros del Congreso ha podido aprobar un texto repleto de vulneraciones de la vigente Carta Magna. Y, lo que es peor, suponen el inicio de la demolición de la Nación española, fundamento de la democracia y de cualquier ordenamiento constitucional que pueda existir en el futuro, sea monárquico o republicano. Definición de Cataluña como nación; erradicación de la lengua española e imposición del catalán en todas las administraciones públicas y medios de comunicación públicos en Cataluña y como lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza; sistema de justicia propio; perspectiva de agencia tributaria propia; entrada a saco en competencias fundamentales del Estado y su blindaje como competencias de “la nació”; “relación bilateral con el Estado”... su aprobación por las Cortes ha significado el reconocimiento de un acto de soberanía del parlamento catalán, con quiebra del principio democrático de la soberanía del conjunto del pueblo español,  sobre el que se asienta la existencia nacional de España, y de la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles.

Este “adiós España” no hubiese sido posible por la simple ejecutoria de Màs, Maragall y Carod. Ha sido sólo posible por el patrocinio, aliento e incansable manipulación de Rodríguez, con todo el PSOE detrás. Así quedará para la historia. Su estigma de socia-traidores no se borrará jamás.

Con ello se pone de manifiesto la quiebra total del socialismo de origen marxista. Fracasado su “internacionalismo proletario”, ha buscado una ideología de recambio: combina el humanitarismo liberal de corte masónico, con la barbarie del nacionalismo étnico, que funda la existencia de la nación en la lengua, la raza, las costumbres, etc. La “Humanidad”, compuesta de tribus, contra la Nación cívica, democrática, de adscripción política.

Con el nacionalismo étnico, los sentimientos de baja estofa buscan rentabilidad política. El relente del racismo, de la endogamia, de la nostalgia tribal aspiran a una envoltura teórica respetable. Es la ideología de la “identidad”. Pero quien obsesivamente invoca la “identidad” es porque no tiene ninguna. ¡No hay más que ver la pobreza intelectual de todos esos discursos! Y su rapiña colonizadora del pasado, que falsifica continuamente la historia en permanente busca del “hecho fundacional” de la Nación inexistente. Según Boadella, «siempre hay una tremenda inclinación sobre la Cataluña desaparecida», una «inclinación necrofílica, un gusto por las cosas mustias, muertas. No se mira hacia adelante y es una tragedia de este territorio».

Este nuevo Estatuto no aplacará las ansias del separatismo catalán. Es el punto de partida de una nueva escalada de demandas. Así, los convergentes han presentado una iniciativa parlamentaria que, de ser aprobada –y lo será de modo entusiasta por el tripartito–, todos los museos, teatros, instalaciones y equipamientos que dependan del Estado no podrán utilizar el término “nacional”. El nuevo estatuto facilita el eclipse definitivo de la nación española en Cataluña, para que se consagre en esa región la única y exclusiva “nación catalana”.

Finalmente, aporta el modelo del delirio de la “diferencia” a otras regiones de España. Vascongadas y Galicia ya estaban encarriladas, también gracias al PSOE y su alianza con los separatistas,  en la partitura catalana. Ahora se han sumado Canarias y la propuesta de Chaves favorable a una  “realidad nacional” andaluza.

 

Un partido de traidores a España y al socialismo destruye nuestra patria.
Un partido de verdaderos españoles y socialistas la reconstruirá.
¡Milita en el PNR!