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El Partido Nacional Republicano está por el voto en blanco en las elecciones del día 9 de marzo. Varias razones abonan nuestra posición.
El vigente régimen no es una democracia. Es una partitocracia coronada; todas sus instituciones, empezando por la judicial, son instrumentos de una oligarquía de partidos, pajes de
Este régimen no permite la regeneración española, la dignificación del trabajo y el advenimiento de una democracia. Por el contrario, evoluciona en dirección a una creciente desarticulación de la unidad nacional, a la opresión de los españoles que residen en las “comunidades históricas” y al abatimiento de las crisis capitalistas, como la que ahora se inicia, sobre las espaldas de los trabajadores.
Sólo un periodo de grandes acciones populares en la calle puede abrir una salida. Ésta pasa inexcusablemente por el derrocamiento del régimen. Implica favorecer la eclosión de crecientes acciones masivas, y su desprendimiento de las ilusiones en el juancarlismo y sus gobiernos, que han mellado el filo de las importantes manifestaciones de los últimos años. Exige la configuración de un gobierno brotado de las acciones populares y sustentado en ellas, único capaz de sentar las bases de la constitución de España en república unitaria, de corte democrático y presidencialista. Una república del trabajador, con un contenido socialmente avanzado, que no retroceda ante los grandes poderes del dinero.
No es de extrañar que, salvando algunos matices, PSOE, PP, IU, UDyP, Ciudadanos, etc., coincidan en un mismo modelo esencial, jaleados por los llamamientos del rey al “consenso” y la “unidad de los demócratas”. Las “opciones” a que se nos invitan esas fracciones del partido único del régimen son puras engañifas.
Se han parapetado al unísono tras la sentencia del juez Bermúdez para que nos olvidemos del golpe de Estado del 11-M. Unos porque consiguieron el gobierno gracias al mismo; otros, porque colaboraron a la postre en su encubrimiento y porque temen socavar los cimientos del régimen. En todo caso, están de acuerdo en que a la cúpula de los jueces la deben nombrar los políticos. Apoyan con fervor el Estado de las Autonomías, y si el PSOE le ha dado un nuevo impulso mediante la creación de la “nación catalana” contra España, el PP ha hecho lo mismo con la “realidad nacional andaluza”. Chaves intenta combatir el paro en Andalucía potenciando en esa región el catalán, el vascuence y el gallego; Rajoy propone incrementar el aprendizaje del inglés para contrarrestar la persecución del castellano en Cataluña, Vascongadas y Galicia. Zapatero es, no cabe duda, un colaborador con el terrorismo, un embajador de ETA y un embustero redomado; pero esto no ha impedido a Rajoy ofrecerle una y otra vez apoyo incondicional para la “lucha contra el terrorismo”. PSOE y PP llevan años discutiendo sobre la guerra de Iraq pero, mientras tanto, se han dado la mano para enviar nuestras tropas a multitud de conflictos, a lo largo y ancho del planeta, que no tienen nada que ver con nuestros intereses, y para apoyar la tronada Constitución de
Por el momento, los análisis demoscópicos coinciden en una situación de empate técnico entre los dos grandes partidos del régimen, con una ligera ventaja del PSOE. En cualquier caso, parece claro que nadie va a conseguir una mayoría absoluta. Lo único que cabe esperar de estas elecciones es un gobierno del PSOE con apoyo de separatistas o un gobierno del PP con apoyo de separatistas, con prolongación de la crisis nacional, ahora acompañada del avance de una crisis económica. No cabe duda de que un gobierno del PSOE acelerará los procesos estatutarios “nacionales” y reemprenderá el “proceso de paz” con ETA. Y también es indudable que el PP deberá pactar con los separatistas “moderados” y, dentro de ese pacto, acometer nuevas “tomas de temperatura” de lo que D. José María Aznar llamó, en su día, “movimiento vasco de liberación nacional”.
Algunos sectores de patriotas creen que, como mal menor, queda el voto al partido de
Existen nuevos grupos políticos republicanos provistos de un análisis del régimen que compartimos y que rechazan de forma coherente la presentación de listas a sus comicios. Sin embargo, optan por llamar a la abstención. Nosotros valoramos positivamente cierta abstención consciente; sin embargo, constatamos que también puede favorecer la pasividad y la despolitización, de un lado, .y posiciones antidemocráticas, de otro. Nosotros llamamos al voto en blanco, que es el voto del repudio al actual régimen. Es el voto de la democracia republicana y la expresión activa de ese repudio, golpeando las instituciones vigentes. Es una táctica ofensiva, de deslegitimación de toda la actual clase política.