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Desde Cataluña. La nación que ha nacido rota
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A despecho de la machacona campaña institucional a favor del sí, dos de cada tres ciudadanos de Cataluña han manifestado desinterés o abierto rechazo hacia el proyecto estatutario de Zapatero, que buscaba su legitimación mediática en el referéndum del día 18 de junio.

El análisis pormenorizado de los resultados, incluso una lectura sumaria, nos indica cuál ha sido la clave de este escandaloso índice de abstención de más del 50%, verdadero protagonista de la campaña: el cinturón de Barcelona, con índices del 65% de abstención en Ciudad Badía, o del  60% en Badalona, Sant Andreu de la Barca, etc. Estos son los grandes núcleos urbanos, ciudades dormitorio olvidadas por el nacionalismo que en la mayor parte de los casos (por ejemplo, Ciudad Badía) coinciden con los indicadores económicos más vergonzosos de Cataluña.

Nuestra hipótesis es que estamos ante un voto español y de izquierdas que no quiere saber nada de los políticos catalanistas porque no se siente representado por ninguna de las formaciones existentes. No por los del PSC, el ala izquierda de la burguesía, porque son, ante todo, catalanistas, lo que es tanto como decir: fetichistas del “apellido catalán” que les desprecian en razón de su condición étnico-política (desconocen sus genes, claro, la emoción de Montserrat); no por el PPC, que con Piqué y Vendrell a la cabeza, pugna por ser tan catalanista o más que aquellos. Para eso, a la derecha del capital ya está CIU.

Maragall ha dicho que Montilla no puede ser presidente de la Generalitat porque no ha nacido en Cataluña. Así habla un “socialista” catalán, ¿cómo podemos esperar que un personaje de esta calaña reciba los votos de Ciudad Badía? Los motivos por los cuales Montilla no puede ser presidente de la Generalitat son los mismos que deberían haber impedido la elección del propio Maragall: corrupción, incompetencia, prepotencia y  mentira sistemática, a lo que hay que añadir, por lo que se ve, el más sonrojante de los racismos.

El fracaso de la comedia electoral en torno al referéndum es ante todo el fracaso de una clase política cuyas señas son el 3%, el Carmelo, el CAC y el trato de favor de la Caixa. De una oligarquía amparada por el régimen borbónico de las autonomías, que sigue viviendo de las rentas del victimismo identitario, cada vez más descaradamente corrupta, que explota los símbolos de la tradición obrera (como la solidaridad) en beneficio de la globalización del mercado laboral, pero pisotea una y otra vez esos mismos símbolos cuando de lo que se trata no es de predicar “puertas abiertas”  y votar “con el corazón” (Imma Mayol), sino de dar trigo. Esta especie oligárquica reproducida en todo el mapa autonómico español, en su expresión “catalanista” es especialmente repugnante, en especial si observamos la procedencia burguesa y meapilas de la inmensa mayoría de sus representantes de izquierdas. Por no hablar de la vergonzante presencia de conversos como Manuela de Madre y Montilla.

Es esta casta aspirante a nación la que ha En efecto: sólo 1,8, de los 7 millones de habitantes que suma esta comunidad, representa en estos momentos el crédito de validez democrática del nuevo Estatut. No es preciso emprender fracasado. Se trata de los resultados oficiosos del referéndum por el estatuto de autonomía de Cataluña, pero también de un test de legitimidad cuyo análisis debe indicarnos la ubicación y naturaleza de una de las fracturas detectadas en el proyecto del PSOE para la aniquilación de España.

De ahí que debamos tomar nota, analizar los hechos con rigor y actuar en consecuencia. El discurso marrullero del seudo-socialismo del PSC, apoyado desde Moncloa, no ha engañado a los trabajadores españoles de Cataluña. Las oligarquías separatistas anhelantes de estrangular a los trabajadores con sus propias manos no han contado con su aquiescencia. El abstencionismo no es el medio más apropiado para la forja de una actitud decidida de resistencia frente al ataque opresivo de las oligarquías separatistas. Pero quizá marque un hito en la búsqueda de la clarificación en un periodo convulso. El PNR hará todos los esfuerzos posibles por acometer esta tarea liberadora en Cataluña y el resto de España.

 

¡Visca Espanya!
¡Visca Catalunya!