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Derrotar el pacto social-separatista
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Rodríguez ha anunciado el «inicio del diálogo con ETA», situando al final del mismo la autodeterminación de “Euzkadi”.

Pero ya hace tiempo que el PRISOE y ETA están juntos contra la unidad y la libertad de los españoles. Sus objetivos son los mismos. Les guía un similar odio a España. En el caso de Ternera y Otegui es odio abierto, sin tapujos. A la ponzoña racista de Sabino Arana unieron la marxista leninista de la “autodeterminación de las nacionalidades”. En el caso del PRISOE, Rodríguez lo camufla con palabrería individualista liberal. Su «única patria es la poesía»; el concepto de nación es «discutible»; las fronteras entre las naciones son «artificiales». Pero estos discursos sólo le sirven para negar la nación española. En cambio, no tiene dudas de que Cataluña, Andalucía y Galicia son «realidades nacionales» y ETA un movimiento representativo de la «nación vasca».

En el año 2004 el PRISOE y ETA se confabularon y a su confabulación la llamaron Paz. En el 2005, esa Paz estaba acordada en sus rasgos esenciales. El PRISOE accedía a restaurar a la “izquierda abertzale” en las instituciones, a reconocer a la nación vasca y su autodeterminación, a la anexión por fases de Navarra por “Euzkadi” y, por supuesto, a la impunidad para todos los asesinos etarras y sus cómplices. A cambio, ETA se mostraba dispuesta a abandonar el terrorismo, una vez que el Gobierno español hubiese efectuado la totalidad de sus pagos.

Una vez cerrados los acuerdos, vinieron los anticipos. ETA declaró su “alto el fuego permanente”. Rodríguez, por su parte, se comprometía a reconocer a  Batasuna-ETA como interlocutora, preámbulo de su legalización, y a suspender la presión policial y judicial sobre el separatismo terrorista. En esta fase estamos.

A unos mismos objetivos, corresponde una misma estrategia, con métodos complementarios. El social-separatismo es social-terrorismo.

Ternera y Otegui tienen un largo historial terrorista. Rodríguez, en cambio, ha presumido de su «ansia infinita de paz». Pero Rodríguez es desde hace años un directivo del PSOE, del partido del terrorismo de Estado con los GAL. Además, cada día hay más sombras –o más claridad– sobre el papel del PSOE en los atentados del 11-M, y no sólo en su explotación política posterior.

La definición que, como mínimo conviene a Rodríguez es la de encubridor de los autores del 11-M y la de administrador del terror. Tras los atentados del 11-M, montó una tramoya de pruebas faltas para culpar de los mismos a AlQeda y conseguir la detención de unos cabezas de turco. Anunció que Ben Laden repetiría sus atentados si no votábamos al PSOE para salir de Iraq. Pero una vez ganadas las elecciones, si bien sacó a nuestras tropas de Iraq, fue para reforzar su presencia en Afganistán, e incluso participar en nuevos ataques de los USA contra territorio iraquí.

Ahora, se dispone a dar pasos decisivos en la destrucción de España con ayuda de otro fenómeno terrorista.

ETA contribuye eficazmente a la preparación de la campaña de Rodríguez para las próximas elecciones generales. Comunicado tras comunicado, advierte que seguirá con la violencia callejera mientras no sean amordazados los pocos jueces que todavía impiden su total impunidad. Y previene que volverá a los atentados si el Estado español no le concede lo prometido por Rodríguez. Su función en la farsa de la “negociación” es seguir manteniendo la amenaza del terror contra los españoles para que, de nuevo, Rodríguez pueda presentarse como salvador de la Paz.

El mensaje de Rodríguez vuelve a ser el mismo que en marzo del 2004. Si no gana el PSOE, ETA os matará. Al voto de los enemigos declarados de España que se alinean bajo sus órdenes y las de los separatistas de toda laya, busca sumar de nuevo el de la masa hedonista quiere seguir con su siesta mientras España se hace pedazos y grandes sectores de compatriotas se ven privados de libertad.

Por ello Rodríguez asiste complacido a la kale borroka. Si hay algún atentado, será un «accidente»; tendrán la culpa quienes «se oponen al proceso de paz». De momento, le basta con que la nueva Batasuna realice una vaga condena de la violencia «venga de donde venga». Lo único importante para él es que, en la víspera de las elecciones generales, ETA anuncie solemnemente que abandona las armas (al tener asegurados todos sus objetivos).

En el momento presente, Rodríguez va cumpliendo uno tras otros todos sus compromisos. El Ministro de Justicia exige a los jueces que se conviertan en prevaricadores, para no estorbar el “proceso”. El Fiscal General del Estado convierte a sus subordinados en abogados defensores de Batasuna-ETA. La policía política del PRISOE niega información a los jueces que no quieren prevaricar e incluso pasa el soplo a los etarras para protegerlos frente a las redadas. A finales de mayo, dos etarras recogieron 60.000 euros, fruto del cobro del impuesto revolucionario, en un bar de San Sebastián. Tenían los teléfonos intervenidos y utilizaron para el trayecto un vehículo que la Policía había balizado previamente. No sólo el PNV (Gorka Aguirre), sino también dirigentes del PSE (Jesús Eguiguren) regatean con los etarras el ajuste de las cuantías del impuesto revolucionario. Rubalcaba prepara el desvío de ingentes cantidades de los fondos reservados para sostener a ETA y aliviar su presión sobre los empresarios.

El Partido Nacional Republicano entiende que España sólo puede sobrevivir como estandarte de combate por la libertad, la justicia y la verdad. Apoyaremos toda iniciativa de lucha real contra la Paz del social-terrorismo. Hay que salir a la calle y pronto, de forma activa y cada vez más contundente.

A la vez, prevenimos de que ese combate tiene dos grandes obstáculos: la confianza en Rajoy y la confianza en el rey. La función de ambos es paralizar la lucha de los españoles.

Rajoy clama por un “pacto constitucional” que reconduzca el “proceso de paz” y pide respeto al “Estado de Derecho”. Pero, tras la aprobación del Estatut, la Constitución de 1978 está de hecho derogada. En cuanto al imperio de la ley, ha dejado simplemente de existir, destruido por el gobierno de los trenes. Para colmo del ridículo, Rajoy difunde la consigna de “No a la negociación con ETA”, cuando ya está todo negociado. Rajoy es un oportunista sin agallas, al que aterroriza por encima de todo ser considerado como “saboteador de la paz”.

Mientras el PRISOE y ETA tejían su pacto anti-nacional, antidemocrático y liberticida, el rey nos decía: «hablando se entiende la gente». Cuando ETA declaró su alto el fuego, el rey dijo: «a esperar». Nosotros insistimos: nada que esperar de Su Majestad como no sea, en las próximas navidades, su sempiterno y plúmbeo discurso sobre la unidad de España y un nuevo montaje de foto de familia.

 

¡Contra el pacto social-separatista. Fuera el gobierno del PRISOE!
¡Por España, la libertad y la justicia: República Nacional Española!