El año que comienza puede ser un año convulso. Con las reformas de los estatutos de algunas autonomías, Rodríguez no ha abierto un mero debate sobre las competencias y la gestión de estos tugurios de la desigualdad entre españoles, el despilfarro y la opresión etnicista, sino sobre la suerte misma de España. Su carrera en pos del Estatuto de la “identidad nacional catalana” somete a enormes tensiones a España entera, a instituciones como la justicia y el ejército y a su propio partido. Se abre una tremenda contradicción: entre un proyecto antinacional y antidemocrático de voladura de la unidad de España capitaneado por Rodríguez, y el deseo de grandes sectores de españoles de mantener esa unidad (aunque exista gran confusión y falsas ilusiones propiciadas por el partido de la oposición que vincula la pervivencia de España al vigente ordenamiento). Pero lo evidente es que a estas alturas a Rodríguez se le han agotado los conejos en la chistera. Llega la hora de la verdad.
En ese camino, el nuevo Estatuto para Cataluña no se puede desvincular de la negociación que mantiene Rodríguez con los separatistas terroristas de ETA. El pacto de Carod-Rovira con la banda asesina, por el que ésta redirigió sus bombas hacia otros españoles, y el más reciente comunicado de ésta que une el futuro político de Cataluña y el de Vascongadas, son dos mojones de la ruta que Rodríguez ha terminado pastoreando. ETA se reforzaría en una España con su unidad resquebrajada y Rodríguez se reforzaría con una tregua del grupo terrorista, que le permitiría presentarse como “príncipe de la paz” ante un sector de la opinión pública el que poco le preocupa el precio político terrible que ello podría suponer. Vamos a ver hasta dónde es capaz de llegar Rodríguez en sus cesiones ante las demandas del terrorismo separatista vasco.
Asimismo, el Estatut de Rodríguez debe salvar algunos escollos: la OPA sobre ENDESA por GAS NATURAL, mero trasunto energético de la trama financiera del separatismo catalán, pese a los informes desfavorables del Tribunal de Defensa de la Competencia, deberá prosperar a todo precio ya que, según se deduce de las propias declaraciones de Maragall, la suerte del Estatut y el éxito de la OPA están estrechamente ligados.
Para llevar a cabo esos proyectos, Rodríguez necesita acallar toda discrepancia. Por eso resulta vital la defensa de la libertad de expresión que está siendo sistemáticamente atacada por el Gobierno y por el separatismo catalán. La creación del ministerio de la censura pergeñado por Montilla, gemelo del Consejo Audiovisual de los separatistas catalanes, expresa el terror que siente el PRISOE ante la libertad de expresión. En la lucha por esta libertad básica se deberá marcar un hito decisivo en la defensa de España.
Esa libertad será también esencial para desvelar cómo se creó y operó la trama que preparó y ejecutó los atentados cometidos tres días antes de las últimas elecciones y que sigue enfrascada en nuestros días en labores de ocultación. La verdad sobre el 11-M, que hoy comenzamos a vislumbrar, completamente ajena a la explicación oficial, no es para nada del interés de éste Ejecutivo surgido de aquel fatídico día. Pero su esclarecimiento es un mandato democrático insoslayable que, ante la cobarde pasividad del PP, quedará casi en exclusiva para lo que queda de prensa crítica.
Tampoco puede esperarse que los sindicatos hagan nada ante la reforma laboral salvaje que el gobierno ya no puede postergar por más tiempo. Pero algo habrá que hacer frente a esa reforma, como frente a una incontenible alza de los precios y las hipotecas que está comenzando a erosionar seriamente al nivel de vida de los trabajadores.
Desvelar sin desmayo la estrategia antinacional del PRISOE e irradiar posiciones que preparen la movilización popular y democrática que termine sepultando a Rodríguez y a todo el Régimen del 78 en los albañales de nuestra historia, seguirá siendo una de nuestras tareas fundamentales. No cejaremos.
Como decía el poeta: «A la calle, que ya es hora».