Rodríguez Zapatero sabía lo que se hacía cuando tras la matanza del 11-M ocupaba el gobierno y prometía la retirada de las tropas españolas de Irak: cuadrar ante la opinión pública la tesis de un atentado islamista en represalia a nuestra participación en la invasión de aquel país.
La defección de España de la causa yanqui-sionista en Irak sólo fue lamentada por aquellos que, como el PP, aspiraban a figurar como palafreneros del amigo americano en la escena internacional. Lejos de producirse un enturbamiento real de las relaciones con Washington, lo que ha ocurrido bajo el gobierno de Zapatero es que ha intensificado la presencia militar española en Afganistán en compensación al repliegue de Irak.
Tanto Afganistán como Irak son países invadidos en nombre de los designios geoestratéticos de Estados Unidos, bajo el pretexto de la “guerra global contra el terrorismo”. Ambas acciones militares han gozado de la oportuna cobertura “legal”de la dudosa ONU. En ambos países, las tropas ocupantes están enfangadas en una sangrienta guerra de guerrillas. Ciertamente, en Afganistán las tropas españolas están en “misión de paz” de
Mientras Zapatero envía tropas españolas mal pertrechadas a jugarse la vida en Afganistán, obedeciendo a los dictados de Bush, aquí se monta su guardia pretoriana,
Nuestras tropas no pueden permanecer ni un minuto más sirviendo intereses ajenos en ningún lugar del mundo.
¡Fuera tropas españolas de Afganistán!
¡Por la dignidad de nuestras Fuerzas Armadas!