El PP pretende que ha ganado las elecciones locales del pasado día 27 de mayo, al cosechar 155.000 votos más que el PSOE. Sus mejores resultados son los de Madrid. Además, ha incrementado sus apoyos electorales en Valencia y en Murcia y mantiene sus posiciones en Castilla y León.
Pese al retroceso en el cómputo global de votos, el PSOE ha conseguido más concejales. Y puede incrementar sus posiciones en la distribución del poder territorial explotando con pactos en todas las direcciones la pérdida de la mayoría absoluta del PP en Navarra y Baleares y en múltiples ayuntamientos en los que venía gobernando.
De poco ha servido a Arenas haber apoyado la traidora definición de Andalucía como “realidad nacional” para avanzar en los municipios de aquella comunidad. Tampoco ha obtenido ventajas el PP del hecho de que no se presentasen a la reelección Rodríguez Ibarra, líder carismático de Extremadura, y Bono en Castilla
Pero lo que estaba en juego en estas elecciones era algo mucho más importante que un simple recambio de alcaldes y consejeros autonómicos. Era saber si Rodríguez Zapatero podía alcanzar dos trascendentales objetivos de su proyecto de desarticulación confederal de España: la legalización de ETA y la pista libre a la anexión de Navarra por la “Gran Euzkadi”. Estos han sido los lemas esenciales de toda la campaña y no cabe duda de que las metas zapateristas han sido alcanzadas.
Gracias a Rodríguez Zapatero, ETA ha vuelto a las instituciones. No ha necesitado matar a nadie durante la campaña; sólo perpetrar decenas de agresiones, ataques a sedes y bienes públicos y exhibir un descarado matonismo. La operación de legalización de los pro-etarras bajo la cobertura de
Destaquemos que este éxito del pacto social-terrorista se ha producido tras medidas como la excarcelación de De Juana, la impunidad de Otegui o el mismo blanqueo de Batasuna que, supuestamente, debían propiciar una reacción en el campo del “socialismo honrado”. Sin embargo, el PSE de Pachi López y Eguiguren se ha convertido en la fuerza más votada en Vitoria, ha aumentado cinco punto porcentuales sus resultados en Bilbao, y en San Sebastián, igualmente, ha aumentado su porcentaje de votos, conservando su hegemonía electoral en la ciudad. Entretanto, el PNV ha visto como 90.000 votos se le iban a la abstención, a la vez que el PP sufría un duro descalabro –pérdida de unos 60.000 votos y de la alcaldía de Vitoria–. Cabe imaginar la moral por los suelos de muchos candidatos del PP. En el mismo momento en que afrontaban graves riesgos, se hacía público el cortejo de Rajoy al presidente del PNV, ya iniciado el pasado 17 de enero al término de una cena con empresarios, en el madrileño Nuevo Club.
En Navarra, la marca del PP, UPN, ha mejorado los resultados de hace cuatro años; sin embargo, tras el descenso de sus socios de CDN, pierde la mayoría absoluta de que disfrutaba, en beneficio de la probable alianza del PSN y de los vasquistas anti-españoles de Nafarroa Bai, que han logrado un fuerte ascenso electoral. Queda con ello expedita la vía hacia la anexión encubierta de Navarra por la “nación euskaldún”.
Los navarros de sentimiento español han ido a la derrota por creerse seguros tras los parapetos de
Por si todo esto fuera poco, Jaime Matas ha perdido la mayoría absoluta en Baleares, tras incorporar a la pro-convergente Mari Pau Janer a sus listas electorales. Esto puede haberle costado unos 5.000 votos nulos por tachar en la papeleta el nombre de
Finalmente, el PP de la “realidad genética gallega” ha perdido 50.000 votos, mientras se producía un ascenso del PSOE y no se confirmaba el pronosticado desmoronamiento del BNG. El resultado ha sido que el PP ha perdido importantes localidades, empezando por Vigo.
Otro de los aspectos significativos de la jornada del 27 de mayo ha sido la abstención de 12.774.000 ciudadanos (36,22%). Supone un descenso de la participación de casi cuatro puntos respecto de la del 2003. ¿Cómo puede haber disminuido el número de votantes cuando para todos resultaba claro que se ventilaba mucho más que unas simples elecciones municipales y autonómicas? Entendemos que la abstención es un fenómeno contradictorio. Por una parte, la forma de vida actual reproduce continuamente, y en masa, a un tipo humano despolitizado, enfrascado en las pequeñas vicisitudes de la dichosa “sociedad civil”, que se desentiende completamente de lo público y al que importan un comino la suerte de la nación española y la democracia. La abstención se nutre en una medida importante de ese proceso degenerativo. Ciertamente, responde también a otra actitud: a la falta de respeto e incluso al desprecio de mucha gente decente hacia unos políticos y partidos que no son respetables. Pero se trata de una actitud pasiva. Para el Partido Nacional Republicano, si bien valora este segundo aspecto de la abstención, no la fetichiza ni hace de ella una consigna.
Cosa muy distinta es el voto en blanco. El Partido Nacional Republicano ha sido el único partido político que ha impulsado esta opción. En estas elecciones se han registrado 427.234 votos en blanco, que equivalen a una media nacional de casi el 2%, mientras que en el 2003 representaron tan sólo el 1,74%.
El voto en blanco implica una disposición activa de conducir la impugnación de la partitocracia de todos los matices al propio terreno institucional, sin por ello legitimar con cretinismos electoralistas el régimen vigente. Sin embargo, el Partido Nacional Republicano, a diferencia de algunos medios de comunicación que han animado el voto en blanco, no reduce la superación del problema de la partitocracia al cambio de algunas leyes electorales o de la naturaleza de las listas. El PNR ha vinculado el voto en blanco a una lucha de conjunto contra el régimen vigente, y a favor de una república española unitaria, democrática y presidencialista. Por otra parte, coincidimos con todos los partidarios del voto en blanco que si éste sigue ascendiendo, deberá ser exigida su representación mediante escaños vacíos. Pero consideramos que esta dinámica será, por si sola, insuficiente. Ha de considerase como aspecto particular de una movilización más general. Escaños vacíos pero, a la vez, calles llenas de manifestantes.
Con todo, reconocemos que todo esto son sólo avances embrionarios hacia lo que debe constituir una ruptura democrática. Tras estas elecciones, no parece existir ningún obstáculo serio frente a la hoja de ruta del PRISOE, tramada desde el 2000 con los nacionalistas anti-españoles de toda laya y que tuvo como primera condición de éxito la instalación del gobierno de Rodríguez Zapatero gracias a la matanza del 11-M.
Entretanto, todos dicen que han ganado. ¡Sólo España sigue perdiendo y hoy es mucho miserable y menos libre que ayer!