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24-N
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Medio millón de compatriotas se han manifestado en Madrid para exigir la derrota de ETA, defender la dignidad de las víctimas del terrorismo y denunciar la persecución de que es objeto el Sr. Alcaraz, presidente de la AVT. Consideramos este aspecto altamente positivo. En cambio, no mantenemos la misma opinión en relación con la línea política general que ha impregnado ese acto. Una línea reiteradamente planteada por la AVT, en consonancia con el PP.

Disfrutamos,  por lo visto, de un Estado democrático. Se considera así porque en él se puede insultar a los españoles, prohibir su idioma común y marginarlos socialmente, mientras todo esto se haga sin violencia.

Por desgracia, en ese Estado democrático existe hoy un gobierno que,  debido a su actitud “genuflexa” y a su voluntad de “rendición”, ha permitido la presencia de unos asesinos en las instituciones y, además, negocia con ellos.

Los etarras son condenables sólo porque son asesinos y no porque, además, sean separatistas, que odian a nuestra Nación y quieren destruirla.

Para poner fin a esta anomalía anti-democrática dentro de nuestro “Estado de Derecho”, hay que recuperar el Pacto de las Libertades y contra el Terrorismo. Entonces podremos ilegalizar al PCTV y a la ANV por constituir un entorno de los asesinos. Nada tienen que temer, en cambio, los separatistas pacíficos. Los separatistas moderados –que siempre han recogido las nueces del árbol que movían los terroristas–, son corrientes ferozmente anti-españolas, pero se puede negociar y pactar con ellas. Como hizo el PP y como lo intentará de nuevo si gana las elecciones, pues la mayoría absoluta está fuera de su alcance.

A tenor de lo visto en la citada manifestación, parece que los españoles no tenemos problemas de libertad en Cataluña y en Galicia, donde campan a sus anchas la policía lingüística y la exclusión. Sólo los tenemos en el País Vasco. Y en esta región, la libertad vendrá con la derrota de los asesinos. Una derrota tras la cual tendremos que ser generosos, como lo fueron Suárez y Aznar con sus amnistías y excarcelaciones. El propio Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo se refiere a las medidas de reinserción y socialización de quienes repudien la violencia.

Esa línea traduce una obsequiosa condescendencia ante el separatismo "democrático", exigida por los mezquinos cálculos de Rajoy. Y promueve la más terrible confusión entre los españoles. El Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo fue propuesto por Zapatero para entretener al PP, mientras comenzaba sus conciliábulos con ETA.

Esa línea impide a los españoles identificar la naturaleza del vigente régimen. Esté régimen está basado en el contubernio entre la Corona, el PSOE y los separatistas, jugando la derecha un mero papel de comparsa. Se recurre a ella cuando no hay más remedio y se la echa a patadas si pretende quedarse más tiempo del preciso. Hoy, su función se reduce a tratar de anular las tendencias hacia la ruptura democrática de los sectores con sentimiento español acendrado, a cambio de mantener prebendas en el régimen.

La reformulación del marco constitucional del 78 que han supuesto los nuevos estatutos “nacionales”, la incorporación de ETA al juego político y el plan Ibarreche II, forma parte de la dinámica ineluctable del régimen. Prevista desde hace mucho tiempo, se ha disparado desde el 11-M. Zapatero es un mero gerente de la misma y ETA, uno de sus instrumentos. Esa dinámica apunta al desguace confederal de España entre diversas “naciones” o “Estados asociados”, manteniendo al Borbón como referente simbólico de la “unidad”. Y en modo alguno puede detenerse desde dentro del régimen que la ha incubado y la impulsa, burlándose de sus propias leyes tantas veces lo precisa.

El Sr. Alcaraz debería aclarar si la “rebelión cívica” que preconiza es sólo contra Zapatero, para que Rajoy ocupe su lugar, o es contra el régimen antinacional, antidemocrático y antisocial que padecemos.