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11-M: la verdad, caiga quien caiga
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Frente a la versión oficial del 11-M propagada por el PRISOE, se alzó en primer lugar una investigación crítica protagonizada por periodistas de El Mundo, ante todo Fernando Múgica. Esta investigación se centró en la trama de policías y confidentes que movían explosivos en Asturias, en sus contactos con los delincuentes de la banda de El Chino, en el presunto acarreo de explosivos por esa banda hasta Morata de Tajuña y en los indicios de relaciones de los moros con ETA.

Los posteriores trabajos de Luis del Pino y del blog constituido bajo su iniciativa, imprimieron un giro radical en la investigación. Esos trabajos no se apoyaban tanto en confidencias filtradas desde el mundo policial, como en las contradicciones internas de la propia instrucción del juez Del Olmo. Su objeto no eran tanto las andanzas periféricas de los Manolón, Trashorras, Zouhier, El Chino, etc., como el análisis sistemático de las pruebas fundamentales presentadas por la versión oficial: furgoneta kangoo, Mochila de Vallecas, Skoda Fabia, suicidio en Leganés.

Los resultados de ese trabajo han sido de gran importancia y han dado pie a un movimiento ciudadano de divulgación de los mismos en cada vez más ciudades de España.

La Kangoo que se dice usaron los terroristas para ir a Alcalá  estaba vacía cuando la encontraron los policías por primera vez. Tras pasar por dependencias policiales misteriosamente se llenó, entre otras cosas con detonadores, restos de un cartucho de “dinamita asturiana”, cintas coránicas y rastros genéticos de “islamistas”.

La mochila de Vallecas nunca estuvo en los trenes. Fue directamente construida en dependencias policiales y atiborrada de evidencias dirigidas a incriminar a algunos moritos antes de las elecciones.

Algunos mandos policiales informaron del hallazgo, tres meses después de los atentados, de un vehículo Skoda Fabia en Alcalá que los terroristas habrían dejado el día 11 de marzo. Pero no hay ninguna prueba que apunte a que los terroristas estuvieron alguna vez dentro de ese coche. Tras reiteradas inspecciones, en el mismo acabaron apareciendo ropa y efectos con la misma finalidad inculpatoria de “islamistas”.

El suicidio de los terroristas en Leganés no fue más que una voladura destinada a ser retransmitida por el telediario de las 21h y cerrar el caso ante los españoles. El piso desintegrado por las explosiones había sido utilizado anteriormente por los servicios de seguridad en operaciones contra el narcotráfico. Existen varias versiones distintas y contradictorias sobre como llegó la policía al mismo. El asalto tuvo lugar sin seguir un protocolo de la negociación con unos terroristas aislados que no podían hacer daño alguno. Se habla de un prolongado tiroteo que, sin embargo, no dejó impactos de bala y del que sólo fueron hallados cinco casquillos que no correspondían con las armas encontradas tras la explosión. Se pretende que los terroristas hicieron llamadas de teléfono que eran imposibles de realizar. No se hallaron huellas de los “islamistas” en el piso, salvo en elementos transportables. Siete muertos y ni una autopsia en un sentido técnico estricto.

El desmontaje de estas pruebas tenía un valor esencial. Implicaba su falsedad en dos direcciones: en cuanto a la génesis del atentado y en cuanto a todo lo que viene de ellas. La trama asturiana, el papel de los moros –tanto los mahometanos que se reunían en la calle Virgen del Coro como los delincuentes capitaneados por El Chino–, así como su posterior suicidio, no son más que montajes policiales pergeñados con posterioridad al atentado. Téngase en cuenta, además, que de los 40 implicados, 34 eran confidentes policiales.

Tras esta labor fundamental, Luis del Pino y sus seguidores se dirigieron a clarificar un punto clave, el de los explosivos utilizados. Debemos a un miembro del foro de Luis del Pino la aniquilación de la relación establecida entre la Goma 2 ECO “asturiana” detectada en las falsas pruebas –Kangoo, mochila de Vallecas, Leganés, etc.– y las declaraciones reiteradas del jefe de los Tedax Sánchez Manzano acerca de la nitroglicerina hallada en los focos de explosión de los trenes. La Goma 2 ECO no contiene nitroglicerina. Sánchez Manzano ha debido rectificar y el punto en que queda la versión oficial es que no se sabe ni se puede saber que es lo que explosionó en los trenes. El auto del juez Del Olmo culmina gloriosamente reconociendo que no ha conseguido aclarar la composición de las bombas, ni quien las montó, ni donde se montaron, ni quien las colocó en los trenes, ni cómo se colocaron, ni cómo se desplazaron los terroristas, ni quien dio la orden.

Es preciso que nos detengamos en este punto. Han pasado 30 meses desde que el juez Juan del Olmo iniciara la investigación judicial del más terrible atentado terrorista de la historia de España: ¿cómo es posible que en todo este tiempo no haya sido capaz de determinar la composición química y electrónica de ninguno de los 10 artefactos explosivos que causaron la muerte de 192 personas y heridas a más de 1700? ¿Cómo es posible que haya permitido la destrucción de los vagones donde estallaron las bombas sin haber establecido cabalmente en sus autos la naturaleza de ninguna de las 10 bombas?

¿Cómo es posible que haya dejado impunes a los funcionarios que en más de 2 años no han aportado los preceptivos informes periciales sobre la composición  de las bombas que causaron la matanza?¿Cómo es posible que PP no haya hecho de la denuncia constante de la infame instrucción de Del Olmo el centro de su oposición política?

¿Cómo es posible que, incluso los pocos medios de comunicación que no encubren a Del Olmo, ante todo EL MUNDO, no hagan de la denuncia de ese juez el eje de sus comentarios?

Pero aún: en los últimos tiempos, el periódico El Mundo ha dado un viraje. Los mismos periodistas que se habían hecho eco de la falsedad de la Kangoo, la mochila de Vallecas, el Skoda, Leganés, etc., empezando por P. J. Ramírez y siguiendo con García Abadillo y Fernando Múgica, se han dedicado a publicar reportajes que apoyan la verosimilitud de esas “pruebas”:  el Chino (por comentar que era amigo de los etarras de Cañaveras), Morata (“etarras” que montaron allí las bombas), Lavandera (apoyando el papel de Trashorras con la Goma 2 ECO, los moritos, el Chino, los móviles, etc.). Todo ello culmina con la explotación del falseamiento efectivo del informe de unos peritos para resaltar sus irrelevantes comentarios sobre el ácido bórico, que compartirían islamistas y etarras. Este aparente contrasentido tiene una función muy clara: volver a meter en danza la autoría de ETA por la vía indirecta de su relación con los "islamistas", al precio de rehabilitar parte de la versión oficial sobre los mismos. La finalidad de todo esto es, en previsión de un total desmoronamiento de la versión oficial, sentar las bases de una componenda entre el PP y el PSOE, que permita la supervivencia de éste a costa del sacrificio de parte de su aparato, y salvar así la crisis de Estado que abre el 11-M.